Atendible

Atendible

El Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Estados Unidos y Centroamérica elimina las barreras arancelarias que se imponen en la actualidad a los bienes y servicios negociados en este compromiso. Una consecuencia inmediata es que los países compromisarios se verán afectados por un severo déficit fiscal al ser desmontados los aranceles, y para compensar esa pérdida deberán reformar sus estructuras fiscales o tributarias.

En nuestro caso, está en poder de la Cámara de Diputados un proyecto de reforma tributaria que deberá proveer ingresos iguales o aproximados al monto del déficit causado por el desmonte arancelario y la eliminación de la comisión cambiaria.

Sin embargo, hay que afinar muy bien la puntería para no incurrir en el error de restarle capacidad de competencia a sectores con vocación de hacer un buen papel en los mercados de los países comprometidos  en el TLC, y particularmente Estados Unidos.

El sector agropecuario, por ejemplo, entiende que sería un contrasentido gravar los insumos que intervienen en la producción de bienes que debemos destinar al mercado de los miembros del TLC, mientras que esos mismos productos importados han de estar exentos del gravamen. Hay un razonamiento atendible en todo esto y es bueno que el Poder Ejecutivo y los legisladores sopesen bien cualquier decisión que pudiera ocasionar un estado de incompetencia como el que se señala.

La reforma fiscal tiene que ser un instrumento que provea al Estado de los recursos que dejará de percibir por vía aduanal, pero hay que cuidarse de incurrir en errores que inflen de tal manera nuestros costos de producción, que nos haga incompetentes.

Manuel Severino

El periodismo dominicano acaba de perder a Manuel Severino, un veterano de 40 años de ejercicio que acumuló altos méritos. Fue el primer jefe de Redacción de este periódico.

Severino nació en puerto plata el 31 de diciembre de 1936. Fueron sus padres Jorge Alberto Severino Peralta y Elena Contreras.

Fue jefe de Redacción del matutino El Caribe y mantenía en ese rotativo una columna literaria. Fue presentador de noticias en los inicios de Teleantillas. También fue jefe de Redacción y comentarista de Noti Tiempo, de Radio Comercial.

En Nueva York publicó hace poco la novela «Nadie ha muerto en San Felipe», basada en la desaparición de un sindicalista y en la cual describe aspectos tenebrosos de la dictadura que padeció la República dominicana desde 1930 hasta 1961.

Le sobreviven su esposa Norma Saavedra, con quien contrajo matrimonio cuando estudiaba en Chile, sus hijos Ida Xiomara, Paula Norma y Manuel Eduardo Severino Saavedra, así como sus hermanos Jorge Severino, pintor, y Maritza Elena Severino de Escaño.

Murió hospitalizado en Nueva Cork, donde se había radicado desde hace varias décadas.

Este diario se une al dolor que hoy sienten sus familiares. Paz a sus restos.

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