ATISBANDO Es más profundo. Mi amigo, Fernando Ramírez Robles fue asesinado por policías, en el destacamento del Naco, ya mucha gente en su San Carlos ni lo recuerda. En el periódico El Nacional lo conocían como El Eléctrico, oficio que ejercía en la empresa.
En aquella ocasión todos se metieron en miedo, nadie criticó, denunció, señaló, buscó culpables dentro de la Policía. Se escuchó la infame acusación de un comerciante de la Avenida Mella a esquina José Reyes. Me dejaron solo con la protesta y el recuerdo de un hombre serio, trabajador, buen esposo, buen padre, buen familiar, buen amigo, se desvaneció como el perfume de una rosa.
En la opinión pública la balanza de la justicia se inclina, muchas veces, como sopla el viento de verano que se cansa a poco de levantarse, de manera inconstante.
En la sociedad cada persona, cada institución, tiene que juzgar por el cumplimiento por la cual será juzgada. Como las instituciones la forman personas, hay fallas de personas que afectan, con razón, al conjunto de la institución.
Pero no siempre ocurre de esa manera, por eso hablo de con qué caprichosa sinrazón la brisa cambia de dirección, así, un día cualquiera la imagen de un candidato sufre un deterioro que lo conduce al despeñadero. Ha ocurrido y ocurrirá, un descuido en el trabajo sucio en el hotel Watergate, Washington, en favor del Presidente Nixon, lo forzó a renunciar lleno de ignominia y si le quedaba, vergüenza.
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La Policía, como institución, pasa por el mal trago de que algunos agentes asesinaron, cobardemente, a ciudadanos detenidos y sometidos a la obediencia, a quienes golpearon sin misericordia. Hay una muy justa queja colectiva ante tal acción, para que no se repita
Esos policías, torpes instrumentos de una sociedad acostumbrada a la violencia que condena, desde siempre, los abusos, remueven la inmundicia y repiten lo que ha sido una práctica constante, en una sociedad que olvida con una facilidad espantosa
Somos así, decía Cornelia Margarita, y así somos. Queremos tapar el sol con un dedo y hablamos de reforma policial cuando debemos trabajar en la reforma de la sociedad, para que los ejemplos a imitar sean los de los ciudadanos de vida ejemplar, que tenemos muy pocos.
En una sociedad donde políticos se convierten en millonarios antes del año de estar en el poder y luego disfrutan de esos bienes mal habidos sin ser tocados ni con el pétalo de una rosa, ahora queremos, de golpe y porrazo, tener una Policía ejemplar.
La Policía será siempre tan buena o deficiente como los ciudadanos que la conforman. Es en la base social y familiar donde hay que trabajar, aunque parezca una labor imposible.
¡Manos a la obra!