Atisbando: la integración

Atisbando: la integración

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Confieso que si se publicó no leí el acuerdo para el suministro de petróleo y derivados bajo el programa Petrocaribe, firmado entre República Dominicana y Venezuela. En este caso, soy un músico que toca de oídos.

El tirijala creado aquí por la iniciativa del presidente Hugo Chávez es interesante y el gobierno tiene la obligación y es su responsabilidad hablar claramente sobre el asunto, pues parece que hay gato entre macuto y que el gato puede costar millones de dólares.

El presidente venezolano pone las bases para un acuerdo de cooperación más profundo que los anteriores convenios de integración que se vienen ejecutado durante décadas: ahora aparece el padrino poderoso, el que puede otorgar préstamos, ofrecer dádivas y regalos y atar voluntades con sus gestos grandilocuentes y sus ofertas difíciles de rehusar.

Como no todo lo que brilla es oro, hay que hacerse algunas preguntas para arribar a conclusiones preliminares.

Dado que nadie es tan bueno como para despojarse de lo suyo, y el petróleo de estos acuerdos es venezolano, es obvio que el presidente Chávez intenta convertirse en un líder regional.

Para ello, emplea un bien que posee su país en grandes cantidades, que le permite penetrar con fuerza y hacerse simpático con sus supuestas posiciones de benefactor.

Si los acuerdos con las otras naciones son similares al que se dice firmó el presidente Leonel Fernández con el presidente Hugo Chávez, se trata de préstamos atados, igualitos que los de los norteamericanos y los europeos, que le ponen el narigón al prestatario (quien toma el préstamo).

Pagar en 25 años el 40 por ciento del petróleo que nos fíen es una obligación a largo plazo que aumenta la deuda externa (que debe ser conocido y aprobado por el Congreso Nacional) y que beneficiará el desarrollo de empresas venezolanas que construirán, suministrarán insumos (cemento, varillas, clavos, alambres, pinturas, ingenieros, obreros especializados y todos los etcéteras que se le ocurran al lector).

Ese es el método que nos han enseñado los países imperialistas a lo largo de la historia: ni dan, ni dicen donde hay. Y cuando dan, es porque van a sacar una tajada mayor.

El gobierno dominicano, acogotado por los altos precios del petróleo se agarra de un clavo ardiendo.

No digo que el acuerdo con el presidente Chávez sea malo por sí; lo que sostengo es que se trata de una forma de negociar que busca respaldo y beneficios políticos de manera inconfesada.

La integración de América es parte de la agenda pendiente. Si la iniciativa el presidente Chávez permite avanzar en esa dirección, bienvenida sea, pero sepamos que Petrocaribe no es un regalo, es algo similar a la Alianza para el Progreso, que se conoció como la “Alianza para (detiene) el progreso”, aquella iniciativa fallida de los Estados Unidos.

Ojalá que Petrocaribe contribuya a la integración continental y no se convierta en una bravuconada de un hombre ensorbecido por el poder, que entiende que la integración tiene que lograrse enfrentando a los Estados Unidos con una verbalidad trasnochada sobre un “socialismo” que fracasó durante siete décadas en Europa.

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