Atrapada y sin salida

Atrapada y sin salida

FERNANDO GUTIÉRREZ G.
Hace tiempo, años, que se viene hablando de las fluctuaciones del precio del petróleo y su incidencia en la economía de la República Dominicana. Hoy día la noticia no podría ser más explosiva: el precio del oro negro roza los cien dólares el barril.

Los dominicanos somos testigos del estremecedor acontecimiento. Bastó una escaramuza ente turcos y kurdos para que el precio internacional del petróleo se moviera hacia arriba. y como es obvio, esta situación causa un daño considerable a la economía del país. A cien dólares el barril es evidente el daño para la producción nacional, el sistema financiero y el comercio exterior.

Ante hechos evidentes los dominicanos no podemos tener una obsesión ingenua de que en materia energética Venezuela siempre vendrá en nuestra ayuda. Va a llegar un momento en que cada cual tendrá que rascarse con sus propias uñas. Venezuela no puede estar financiando su petróleo para que los dominicanos lo consuman como agua, haciéndole creer a la gente con esa actitud que el país es potencialmente rico, cuando es todo lo contrario. Sin embargo lo que hay que decirle al pueblo es que el país se mantiene en la pobreza por la rapiña de los políticos.

La leyenda de la riqueza potencial del país se basaba en la feracidad de la tierra y en unos yacimientos minerales. A la postre la pobreza siguió existiendo porque nunca se atacaron las causas de la misma: la corrupción administrativa en el sentido más amplio de la palabra.

El aspecto más relevante de la crisis petrolera es que nos coge con una balanza comercial deficitaria: compramos más en el exterior que lo que vendemos. El precio del petróleo y esta balanza comercial ha situado al ciudadano común en menos optimistas que lo que se nos quiere vender marcado por la filosofía del bienestar imperturbable.

Precisamente por esta situación el país tiene que dar un cambio de rumbo. La hora actual es de exportar, ofrecerle apoyo a toda persona física o jurídica dispuesta a traer moneda dura para hacerle frente a los problemas internacionales, pero sin olvidar el aspecto humano y la función social de su desarrollo. Ello así porque República Dominicana está atrapada y sin salida por los altos precios del petróleo y su balanza comercial deficitaria.

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