Auditoría Banco del Progreso detectó el «hoyo»
de Baninter

Auditoría Banco del Progreso detectó el «hoyo» <BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2005/08/AA2798BC-9142-4D74-91BA-6255D132384F.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=460 data-eio-rheight=347><noscript><img
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POR CLAUDIO CABRERA
Debido a la gran trascendencia económica, las discusiones alrededor del origen de la crisis bancaria que afectó al Banco Intercontinental y a otras dos instituciones del sistema se han prolongado tras haberse hecho público lo que entonces fue denunciado por las autoridades monetarias del gobierno anterior como un «colosal fraude bancario».

Desde aquella famosa noche del martes 13 del 2003, todo ha sido envuelto en el halo de un profundo misterio que se ha ido develando en la medida en que más y más argumentaciones han aflorado sobre las verdaderas causas de lo que ha sido considerada la peor crisis financiera y bancaria de toda la historia del país.

Por los alcances de dicha crisis y sus implicaciones ara el país, hay quienes han considerado que la raíz de dicha crisis estuvo en un mal manejo de la política económica gubernamental, previo a la sacudida de Baninter y otras dos instituciones. Otros en cambio, han planteado, tal como indicaron las autoridades monetarias de turno, que se trató de un «fraude bancario» de grandes proporciones.

Entre los que se adscriben a este punto de vista está el economista Carlos Despradel, ex-secretario Técnico de la Presidencia recién designado al cargo al momento anunciarse la intervención a dicha entidad financiera en marzo del 2003.

En su libro recién editado «40 Años de Economía Dominicana», el también ex-gobernador del Banco Central sostiene el argumento de que lo ocurrido en Baninter se trató de un «fraude». Explica que al asumir el cargo de Secretario Técnico el 31 de marzo de ese año «ya se había acordado, en principio, la absorción de Baninter por parte del Banco del Progreso, sobre la base de un contrato de venta que contemplaba una auditoría independiente para determinar la verdadera situación del banco».

De acuerdo a Despradel, ese gran problema parecía en vías de solución, lo cual permitiría al Gobierno concentrarse para aprovechar el repunte que se estaba produciendo en la economía dominicana.

«Cuando la referida auditoría se realizó a profundidad, se descubrió que la verdadera situación de Baninter no era la que reflejaban las informaciones entregadas a la Superintendencia de Bancos -sostiene Despradel-, ni tampoco, las publicadas en la prensa para dominio público»

La referida publicación afirma que «esa auditoría realizada por el Banco del Progreso arrojó que Baninter escondía en sus informes contables un banco paralelo que era en realidad mucho mayor que el visible, pues una gran parte de las operaciones de depósitos y de créditos no se registraban en los libros oficiales del banco».

Refiere que frente a esta realidad no prevista en el contrato de venta, «el Banco del Progreso decidió no continuar con la operación, pues incluso, corría el riesgo de ser arrastrado por un retiro masivo de depósitos».

Por la imposibilidad de buscar otra salida al problema y por tal razón, la Junta Monetaria designó al mes de abril una comisión interventora para que se hiciese cargo de Baninter.

Recuerda que fue el día 9 de mayo cuando a todos los funcionarios el área económica la verdadera situación de Baninter, en vista de que ya las autoridades monetarias habían realizado su propia investigación disponiendo de un panorama completo del problema que enfrentaban.

Por las impredecibles consecuencias del caso amenazaba con tener sobre todo el sector bancario, la situación era consideraba «grave», al comprometer todo el sistema de pagos en el país. Esto obligó al equipo económico del gobierno del entonces presidente Hipólito Mejía a permanecer en «reunión permanente».

EL MARTES 13 Y EL FMI

Dada la gravedad de la crisis, se acordó efectuar una alocución a nivel nacional para explicar al país sus orígenes, pues ya no había forma de enfrentarla con la discreción tradicional dados por los gobiernos a los asuntos bancarios.

«No se trataba en esta ocasión -sostiene el economista Carlos Despradel-, de problemas en un pequeño banco del sistema; se estaba ante la presencia de malas prácticas contables y de un fraude colosal llevado a cabo en el banco más grande del país».

Para establecer en todas sus dimensiones los alcances del denominado fraude, las autoridades monetarias convocaron a varios expertos internacionales en finanzas, a través del llamado «Panel de Expertos Internacionales», que fueron contratados para evaluar la situación de Baninter.

Acorde con este panel el total de pasivos encubiertos por directivos de la entidad quebrada era el doble de los registrados oficialmente, «lo que lo hacía en la realidad el banco más grande del sistema, por lo que esta crisis abarcaba a un número considerable de clientes diseminados en toda la geografía nacional».

Dicho Panel de Expertos Internacionales fue integrado por cuatro personas que habían sido Superintendentes de Bancos de países latinoamericanos entre ellos Chile, Brasil, y Argentina.

Más tarde, en su informe oficial final, el panel señaló que aunque en toda crisis hay una amplia gama de factores macro y microeconómicos que la explican, en el caso de la crisis dominicana «el mecanismo principal para ocultar operaciones indebidas ha sido un fraude, sea para beneficiar a los propietarios, a empresas o personas vinculadas con éstos, la elusión de encaje u otros en beneficios de terceros».

«Se trataba pues de un fraude». Como dijo más adelante el Panel, «…un artilugio informático y contable paa ocultar a las autoridades y al público en general una parte significativa de las operaciones del banco, que en el caso de Baninter alcanzaban, al momento de su intervención, aproximadamente a dos veces la parte visible del banco».

Sobre la alocución dirigida la noche del 13 de mayo por el entonces gobernador Loiw Malkún, junto al presidente Mejía y otros funcionarios, dice Despradel en su libro que «recuerdo que el presidente Mejía estaba realmente consternado y no era para menos. Ramón Báez Figueroa era su amigo y había sentido hacia él n sincero aprecio. Por otra parte, sabía que esta nueva situación que se le había presentado tendría funestas consecuencias para la economía nacional y para su Gobierno».

Avierte el autor que la crisis había explotado cuando el turismo empezaba a dar signos de recuperación, así como la economía estadounidense, lo cual era alentador para un gobierno que había pasado los primeros dos años bajo dificultades externas.

LA «CAJA DE PANDORA»

El autor sostiene que cuando se terminó la alocución al país para exponer la situación de Baninter, «se había destapado una gran Caja de Pandora».

Resalta que desde ahora, uno de los principales males ue ha enfrentado la economía dominicana había sido hecho de público conocimiento y ahora no había más alernativa que enfrentarlo y hacerlo con todas sus consecuencias.

«Le correspondió la gran responsabilidad de manejar la crisis a la Junta Monetaria, organismo superior del Banco Central y de la Superintendencia de Bancos, cuyo presidente lo es también el gobernador del Banco Central».

Al momento de estallar la crisis, Baninter tenía obligaciones de pagos a sus clientes por concepto de depósitos en cuentas corrientes y de ahorros, así como tenencias de certificados emitidos tanto en pesos como en dólares.

El número total de cuentas alcanzaba a más de 570 mil, sin incluir el banco paralelo, que era dos veces mayor. Cualquier solución a ser obtenida para resolver la crisis de la entidad «afectaría posiblemente a más de 400 mil personas o empresas, ya que algunos clientes tenían más de una cuenta».

Cálculos conservadores arrojaban que por lo menos un 80% del total de cuentas pasivas, igual a depósitos y certificados, pertenecían a personas físicas o morales con montos superiores a los RD$500 mil. O sea, el grueso de las operaciones pasivas estaba concentrado n estos depositantes.

EL TAMAÑO REAL DE BANINTER

Despradel refiere que antes de la crisis bancaria, Baninter era considerado como el tercer banco más grande del país, ya que sus libros indicaban la existencia de activos por unos RD$26 mil millones.

Pero al sumarle el banco paralelo, con unos RD$55 mil millones, las operaciones totales alcanzaban los RD$81 mil millones, convirtiéndolo de hecho en la entidad financiera más grande de República Dominicana, «incluso algo superior a la suma del segundo y tercer banco del país, es decir del Banco de Reservas y el Popular».

A principios de enero del 2003, el entonces gobernador Frank Guerrero Prats le había comunicado en una reunión de consulta varios pormenores de la situación en que se encontraba Baninter, entre lo que destacaron retiros por RD$9,000 millones por los depositantes debido a rumores, por lo que el Banco Central le facilitó recursos por RD$5,000 millones, en adición al uso de reservas de encaje legal dispuesto para esos fines.

«No dijo que Baninter mantenía antes del retiro de esos depósitos, un buen índice de solvencia y que esta había sido la razón por la cual las autoridades del Banco Central habían decidido salir al rescate, sin hacer ruido».

Refiere que al escuchar que la institución monetaria había dado RD$5,500 millones para salir al rescate de Baninter, «sentí que un frío me recorrió por todo el cuerpo. Apenas unas semanas antes habíamos acordado con el CONEP que el Gobierno se comprometía a desmonetizar en el Banco Central RD$100 millones mensuales durante el 2003, lo que equivalía unos RD$1,200 millones e todo el año, lo cual todos considerábamos que era importante para preservar la estabilidad macroeconómica. Ahora de repente, para poder rescatar un banco habíamos emitido RD$5,500 millones, es decir, una suma cinco veces superior a la que íbamos a desmonetizar en todo el año».

El autor sostiene que el Banco Central requirió documentos de créditos firmados por sus clientes para dar las facilidades, los cuales garantizaran los recursos otorgados por la institución monetaria.

El problema se presentó cuando Baninter requirió más apoyo, pero se informó a las autoridades que la institución bancaria privada «ya no tenía más documentos para redescontar, y por tanto, al Banco Central se le haría muy difícil concederle recursos adicionales, en caso de que continuaran los retiros de depósitos».

Pero una preocupación había ocupado las mentes de los funcionarios y era el efecto sistémico que a nivel de la economía podría tener la emisión de ayuda a Baninter, en vista de que el dólar ya rondaba los RD$22.30 por uno.

Entre otras opciones se debatió, además, la recapitalización de la entidad por los accionistas y que en caso de no ser posible, disolverla y traspasar los activos y pasivos a otra institución bancaria. Otra alternativa, descartada para evitar las murmuraciones políticas, era que el banco de Reserva absorbiese a la institución en problemas.

En febrero del 2003 la misión del FMI en el país había mostrado preocupación por la gran expansión del crédito del Banco Central que había pasado a fines del 2002 de apenas RD$445 millones al mes de agosto, hasta RD$7 mil 138 millones a diciembre, «aunque ya para el mes de febrero del 2003 se había situado en los RD$5 mil 171 millones».

Tras conversaciones en el Departamento del Tesoro y ante el FMI en Washington se llegó a la conclusión de que el déficit creado por la situación de Baninter, del Banco Nacional de Crédito (Bancrédito) y del Banco Mercantil, había alcanzado proporciones alarmantes hasta alcanzar casi al 20% del PBI, igual a un costo financiero para la institución monetaria de RD$109 mil 150 millones.

Finalmente, la crisis se saldó en graves problemas económicos para el país, alta inflación, altas tasas de cambio y de interés y una gran fuga de capitales hasta concluir con os fallidos acuerdos Stand By con el Fondo y un tercero iniciado por las actuales autoridades, el cual hasta ahora marcha sin mayores tropiezos.

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