A causa del auge que seguirán teniendo los autos eléctricos en el mercado, se espera que el petróleo, que ha sido considerado como el ‘oro negro’ durante años, pierda el trono en favor del litio, que ya se está ganando el sobrenombre de ‘petróleo blanco’.

El litio es la materia prima del futuro. Como lo han sido el carbón o el petróleo. Esto así porque las baterías de los vehículos eléctricos son de este mineral.
También el cobalto se ha convertido en un elemento clave para el futuro de las baterías del coche eléctrico.
Los expertos estiman que el 75 por ciento de este tipo de automóviles utilizará el cobalto para alargar la autonomía.
Pero el suministro del mineral se enfrenta a los riesgos políticos del principal proveedor del mundo, la República Democrática del Congo, y por la especulación de los inversores que esperan que el precio se dispare. De hecho, el cobalto ya ha subido un 50% desde el pasado mes de septiembre.
El cobalto está presente ya casi en cualquier artilugio de la vida moderna: teléfonos móviles, ordenadores, videocámaras… y además será indispensable para el futuro del coche eléctrico.
El mineral es esencial para alargar la duración de las baterías de litio, con lo que la autonomía de los automóviles eléctricos depende de su uso. Según la consultora eCobalt Solutions, en 2020 el 75% de las baterías de iones de litio utilizarán este mineral.
La demanda de petróleo se irá ralentizando poco a poco durante los próximos años y es probable que el precio de esta materia prima se mantenga en el largo plazo y de promedio por debajo del precio visto en los años previos a 2014 (periodo en el que el crudo se ha movido entre los 70 y los 100 dólares, salvo en momentos puntuales), según una publicación del diario español El Economista.es.
El escenario que maneja la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para 2040 si se cumplen los Acuerdos de París, contempla un total de 150 millones de vehículos eléctricos en circulación, frente a los 1,3 millones actuales, mientras que prevé que las energías renovables produzcan el 37% de la energía global, frente al 23% que producen en la actualidad. Se espera que otros metales, como el aluminio y el cobre, vayan ganando terreno.