El crecimiento económico del país en las últimas décadas, impulsado por un cambio en su estructura productiva, ha dado lugar a un gran crecimiento de las áreas urbanas de forma no planificada y desorganizada, con escasa conectividad inter e intraurbana, lo que limita la capacidad del país de lograr un nivel mayor de productividad.
Según el estudio “Habilitar el camino para el desarrollo de ciudades y territorios prósperos”, elaborado por el Banco Mundial y financiado por la Unión Europea, en el marco de la Facilidad Regional para la Resiliencia del Caribe, la mayoría de las ciudades dominicanas crece de manera dispersa y desorganizada y muestra niveles bajos a moderados de conectividad vial interna, obstaculizando su desempeño económico.
De hecho, los centros urbanos del país parecen tener un desempeño (en términos de productividad económica) menor al de ciudades similares alrededor del mundo y de América Latina, y permanecen muy lejos de la frontera de la productividad. Es necesaria una mejor gestión del crecimiento urbano para reducir la congestión y maximizar los beneficios de la aglomeración.
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Si bien las disparidades espaciales disminuyeron en las últimas décadas, aún persiste una brecha importante en los estándares de vida, tanto en áreas urbanas como en ciertas provincias, plantea el estudio.
Esto se agrava por la baja participación del gasto municipal en el gasto total del gobierno.
El país sigue estando muy centralizado y los gobiernos locales —aún con sus pocas responsabilidades— no tienen la capacidad financiera de llevar a cabo sus funciones.
El gasto de los gobiernos municipales representa en la República Dominicana sólo el 2,4% del gasto total del gobierno, uno de los más bajos en la región.
En Colombia es el 23%; en Brasil, el 18%; en Chile, el 16%; en Perú, el 10%; en El Salvador, el 8%; en México, el 6%, y en Costa Rica, el cuatro por ciento.
También señala el estudio que está teniendo lugar un grado importante de urbanización en la franja costera y en áreas propensas a inundaciones, elevando la exposición del país a eventos naturales. Más de un cuarto de la superficie construida entre 1995 y 2015 tuvo lugar a menos de tres kilómetros de la costa.
Si bien no hubo inundaciones costeras de magnitud en los últimos años, el cambio climático y la erosión costera incrementarán la probabilidad e impacto de estos eventos. La concentración de activos construidos, así como su alto nivel de vulnerabilidad —agravado por una exposición significativa a terremotos, huracanes e inundaciones—, podría derivar en pérdidas importantes.