Auge por petróleo refuerza el espectro de la inflación

Auge por petróleo refuerza el espectro de la inflación

POR BENEDICT MANDER
Es tiempo de “boom” en Venezuela. Muchos de los barrios pobres que rodean Caracas tienen ahora pantallas de satélite en sus techos de zinc corrugado. La riqueza está llegando a todos los niveles de la sociedad y se gasta con inmenso gusto.

El consumo endémico y el vibrante crecimiento económico han sido disparados por el gasto público en escala masiva, duplicándose durante los dos últimos años gracias a un aumento de seis veces en el precio del petróleo, desde que el presidente Hugo Chávez llegara al poder en 1999.

Sin embargo, esta economía efervescente -que promedia cerca de 12% de crecimiento en los últimos tres años- ha desatado una de las mayores tasas de inflación en el mundo. Y en la medida que el crecimiento pierde velocidad, algo que algunos temen que esté ocurriendo, la inflación podría continuar su ascenso.

Armando León, un director del banco central, admite que él es bastante más optimista que la mayoría de los economistas. Alega que Venezuela está solo en el inicio de un ciclo de crecimiento que él espera dure otros cinco o seis años.

 “La inflación continua siendo un problema”, dice, en particular, porque que es mucho más elevada que en los socios comerciales de Venezuela. Casi en el 20%, está ya cerca del doble de la tasa que más se le acerca en América Latina. Aunque el banco central pronostica que la inflación caerá a 12% en Navidad, León advierte que si el gasto del gobierno continúa en su espiral, esta meta podría descarrilarse. “Es un juego muy delicado”, comenta.

Efraín Velázquez, el presidente del Consejo Económico Nacional, que asesora al gobierno, dice que la política fiscal actual es insostenible. El problema, alega, es la dependencia del gobierno en el ingreso del petróleo para financiar una serie de subsidios, donaciones, generosos programas sociales, proyectos de infraestructura ambiciosos y alzas en los salarios del sector público.

En la medida que se reciben los ingresos del petróleo en el extranjero, tienen que ser convertidos en moneda local para ser gastados en Venezuela. Esto ha resultado en una inyección enorme de nuevos bolívares: la cantidad de dinero en circulación se ha multiplicado seis veces desde 2003, lo que ha incrementado la inflación.

También ha causado una depreciación sostenida de la tasa del “mercado negro” paralelo al bolívar. La tasa paralela es ahora cerca del doble del valor oficial del bolívar de 2,150 por cada dólar estadunidense.

Aunque una política fiscal expansiva ha impulsado con éxito el crecimiento, también has generado serios desbalances entre el suministro y la demanda. La producción no ha logrado mantener el ritmo del consumo, que se ha estimulado más por tasas de interés reales negativas. En igual medida, esto ha desincentivado el ahorro y la inversión necesaria para estimular la producción. Las importaciones se han triplicado en los últimos tres años.

Con demasiado dinero persiguiendo demasiado pocos productos, no solo la inflación, sino la escasez de productos básicos ha estado aumentando, incluyendo leche, huevos, frijoles, carne de res y aceite de cocina. Estos productos están disponibles solo esporádicamente y por lo general generan largas colas. La escasez se ha agudizado más aún por los fuertes controles a los precios, que según dicen los productores hacen imposible la venta con alguna ganancia.

La reacción de Chávez ha sido amenazar con la expropiación de los negocios, si persiste la escasez, empeorando un clima de inversión que ya es malo.

Velázquez dice que la solución fundamental está en actuar decididamente para reducir la dependencia del gobierno de los ingresos petroleros del exterior para ejecutar el gasto interno.

 “Se necesita una política fiscal más conservadora y organizada”, dice, además de prescribir un levantamiento gradual de los controles al cambio, y un mejor ambiente para la inversión privada.

 “Ellos están priorizando los beneficios a corto plazo por encima de objetivos más sostenibles a mediano plazo”, dice Velásquez, alegando que la estrategia del gobierno es “inconsistente” en su intento por alcanzar lo imposible: crecimiento sin inflación.

El gobierno muestra pocas señales de tomar en serio estos consejos. Hasta ahora, su estrategia contra la inflación este año, que ha incluido recortes en el IVA (con otro más que se piensa hacer en julio), y con la emisión de US$9 millardos en bonos para disminuir  el exceso de liquidez, solo ha tenido un éxito de corta duración, al atacar los efectos, en lugar de las causas de la inflación.

Venezuela tiene ahora el mayor déficit fiscal en una década, además de un descenso en las reservas internacionales, y muchos analistas temen lo peor: que el año próximo se produzca una devaluación forzosa.

Milton Guzmán,  de la subsidiaria del Banco Santander en Caracas, dice que aunque el bolívar continuará depreciándose este año, una devaluación no es inevitable por ahora, puesto que las finanzas del gobierno siguen siendo relativamente sólidas.

 “Con una brecha de esa magnintud entre la tasa de cambio oficial y la paralela, hay expectativas claras de una devaluación inminente, pero no la veo  en un corto plazo”, dice.

VERSIÓN AL ESPAÑOL IVÁN PÉREZ CARRIÓN

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