Madrid.- Luego de la carestía de los alimentos originada por la subida de piensos y carburantes durante el pasado verano, las autoridades estadounidenses han lanzado una nueva señal de alarma ante una más que probable segunda oleada de inflación a nivel mundial de los productos básicos, publica El Financial Times.

Según un informe del Departamento de Agricultura de EE UU que  recoge el Financial Times, la caída de las reservas de maíz, trigo y soja a su nivel más bajo de los últimos 60 años en este país unido al fuerte incremento de la demanda de los Estados emergentes provocará un repunte de los precios de estas materias primas durante el próximo año que volverá a afectar a la economía global.

El informe de Washington destaca que los países importadores de cereales están pujando «fuertemente» al alza por las cosechas de EE UU, principal productor de estos alimentos a nivel mundial, para la próxima temporada al tiempo que otros exportadores están recortando sus existencias. Esta rebaja, añade el texto, está originada por el frío que está azotando el campo argentino al tiempo que una «temprana» sequía ha mermado considerablemente la producción en Australia, otro de los grandes graneros del planeta. Para completar la conjunción de factores meteorológicos adversos, las inundaciones en el Viejo Continente han dado al traste con las expectativas de los agricultores del Este de Europa.

Ante este panorama, el precio del trigo para marzo de 2008 en el mercado de futuro de Chicago ha repuntado hasta los 9,29 dólares por cada bushel (medida equivalente a 35 kilos), muy cerca de los niveles récord del pasado agosto sobre los 9,60 dólares.

Al mismo tiempo, el valor del maíz para este mismo mes ha alcanzado los 4,19 dólares, el nivel más alto de los últimos seis meses, mientras la soja ha saltado a su máximo en 34 años: 11,32 dólares, en un mercado altamente volátil, según han afirmado los analistas al rotativo económico británico.

Según explica la señalada publicación, estos mismos analistas, han advertido que la subida a máximos de las materias primas volverá a incidir en los costes de alimentación de los ganaderos, acarreando a su vez un encarecimiento de los productos básicos.