Augurios para el 2004

Augurios para el 2004

Ha llegado el 2004. Un nuevo año que debemos acariciar con nuevas esperanzas.

Esperanzas que unidas a nuestros esfuerzos inspirados e impulsados en Dios, quien todo lo puede, deberán producir grandes cambios en nosotros.

Propongámonos en estas primeras del año que se inicia que hagamos un frente común para que cada hombre y mujer de nuestro país se sienta coautor de nuestra historia.

Así es. Todos, admitiéndolo o no, somos protagonistas de nuestra vida, y dependiendo de lo que hagamos o dejemos de hacer será el destino que nos espera.

Ya Demóstenes, en el siglo V antes de Cristo, dijo: «Lo magnífico del futuro es lo trágico que está el presente. Los males hay un momento que tocan fondo y explotan».

Y como ha dicho uno de nuestros obispos: «Nuestros lodos de hoy vienen de polvos muy lejanos. Lo bueno es que cuando los polvos se tornan lodos es cuando los seres humanos comenzamos a tomar conciencia de la maldad de los polvos».

Este año se celebrarán las elecciones, y lo más saludable es que la competencia entre los partidos políticos se base en la creación y presentación de la mejor estrategia para levantar la nación de la lamentable situación en que se encuentra, en lugar de pretender destruir a los adversarios políticos con descaradas ofensas.

Que todos los dominicanos asumamos nuestra responsabilidad de escoger a la mejor opción y vayamos a las urnas. Y por supuesto, al candidato que resulte ganador, que cumpla sus promesas contando con la colaboración no sólo de sus funcionarios sino de todos los habitantes de esta gran nación.

Reconociendo que la religión no es ajena a la política, como ha demostrado muchísimas veces Su Santidad Juan Pablo II, entreguemos a María nuestro caminar. Ella es doblemente nuestra en las advocaciones de María de las Mercedes y María de la Altagracia.

Ha llegado el momento de la Esperanza y de la Acción. Basta ya de ser pasivos. Seamos activos en la generosidad, en la entrega y en el amor.

Es cierto que el país está en crisis, para los pesimistas, irremediable; para

los optimistas, superable con un poco de esfuerzo.

Lo que sí debemos estar seguros es que este país es una bendición, pues todavía queda gente con fe profunda en los valores eternos.

El 2004 será mejor. Somos un país de gente buena. Feliz Año Nuevo.

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