POR LLENNIS JIMÉNEZ
La llegada de la Semana Santa intensificó la presencia de turistas europeos y americanos en la Zona Colonial, donde cientos de visitantes se pasean por las calles y monumentos, atraídos por la cultura dominicana, por la referencia de un pueblo que los acoge con su mejor música y la peculiar condición de contar con la ciudad primada de América, Santo Domingo.

Sin embargo, en pleno corazón de la capital de la República, con razones sobradas para ser considerada la más espléndida del Caribe, los extranjeros no completan su turismo arquitectónico sin encontrar la patética presencia de dominicanos y haitianos vendiendo chicharrones, arrastrando carretillas y triciclos de yuca y otros víveres o, llevando caballos cargados de plátanos desde el cercano Mercado Modelo. Las frituras siguen presentes en el área.

Mientras muchos turistas gustan de un tabaco acompañado de una cerveza criolla o una copa de vino, al ritmo de una pieza musical dominicana, no siempre las situaciones cotidianas que ocurren en la Zona se presta para que la hospitalidad resulte como debiera.

El triste panorama lo completan los enfermos mentales que deambulan por las calles y los perros realengos que hacen su casa en cada esquina de los impresionantes monumentos coloniales, testimonios mudos de la época que los turistas quieren oír contar. Los policías turísticos afirman que diariamente acuden a la Zona Colonial miles de turistas de cruceros y otros tantos, que alojados en hoteles del interior del país, hacen rutas en autobuses hasta las promocionadas tiendas de artesanías.

Pero pese a sentirse contentos con la seguridad policial que perciben en el lugar, contemplan las grotescas escenas de venduteros de maní, queso y otros comestibles presentados en las peores condiciones que ameritaría para la consideración aceptada de un extranjero.

Otro problema que alarma a los agentes de la Policía Turística (POLITUR) es la cantidad de basura que se apilan en las aceras, por los que con frecuencia reclaman a las autoridades municipales la necesidad de hacer un pronto traslado de los desperdicios colocados en bolsas plásticas, negras.

Los guías turísticos no suelen reparar en las situaciones que molesta a los visitantes, quienes en el caso de Santo Domingo, prefieren frecuentar en grado de importancia, la Catedral Primada de América, el Alcázar de Colón, la Fortaleza Ozama, las artesanías del Mercado Modelo, los demás monumentos coloniales y otras plazas del lugar declarado Patrimonio de la Humanidad.