El este de Caracas fue durante décadas reflejo de la opulencia de un país petrolero. Por allí circulaban automóviles último modelo y la gente se paseaba con trajes de marcas reconocidas. Hoy pululan las mujeres con niños en brazos y los hombres con rostro agobiado que mendigan o escarban entre la basura para subsistir.
El riesgo de que la crisis económica que atraviesa Venezuela lleve a un estallido social es cada vez mayor ante la creciente escasez de productos básicos y una inflación de tres dígitos que, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, podría superar al 1.000% en 2017.
Desesperada por la falta de dinero para comprar alimentos y medicinas para su pequeño hijo que padece convulsiones, María Vásquez, una empacadora de 32 años, decidió comenzar a pedir dinero en una de las calles aledañas a un exclusivo centro comercial del este de Caracas. “Esta es mi segunda vez en la calle. Me da pena pedir pero prefiero mil veces pedir que estar robando o andar en cosas malas”, confesó mientras sostenía el cuerpo delgado de su hijo e intentaba avanzar en medio de una fila de vehículos para no cruzarse con un anciano y una joven que pedían dinero en la misma avenida. “El dinero que me pagan en mi trabajo ya no me alcanza para mis dos chamos (hijos) ni para mí. No los quiero ver pasar hambre”, dijo entre lágrimas. Su salario de 22 dólares a la semana sólo alcanza para dos comidas diarias.