POR JOSE PIMENTEL MUÑOZ
Cada día es más común sacar  grasa de una parte del cuerpo e implantarla en otra donde realmente se necesita, como por ejemplo la cara. 

A medida que avanza el proceso de envejecimiento, la grasa empieza a acumularse de manera indeseada en áreas como el abdomen, mientras se pierde sin remedio en el rostro, dando lugar a profundas líneas en las esquinas de la nariz y la boca y a reducciones del  volumen de los pómulos y del mentón.

Pero hoy es posible poner la grasa en el lugar en que se necesita gracias a implantes de la  misma grasa del paciente, que puede ser trasplantada de un lugar a otro para rellenar o perfeccionar áreas del rostro y del cuerpo, así como para recuperar la que se ha perdido debido al proceso de envejecimiento, explicó el doctor Brad Herman, del Baptist Hospital, de Miami.

 La grasa del paciente ahora compite con el colágeno y otras sustancias como el Restylane, usadas como rellenos para aumentar el volumen de los labios o disminuir la profundidad de las arrugas, apuntó. Hasta hace unos años, los rellenos de grasa no eran un recurso de primera opción debido a su efecto pasajero, pero la técnica se ha perfeccionado y los rellenos pueden durar ahora hasta cinco años’, sostiene Herman, a cuyo hospital acuden muchos pacientes latinoamericanos.

»El éxito de un implante de grasa depende de varios factores, desde la manera en que extrae y se procesa en una centrífuga especial hasta cómo se inyecta en el área que se quiere tratar», dijo el cirujano plástico  de Baptist Hospital, quien ofreció el e-mail international@baptisthealth.net a las personas que deseen mayores explicaciones. 

Para practicar un implante, la grasa se toma, a través del proceso de liposucción, de lugares como las piernas o el abdomen del paciente. Debido a que en el proceso se usa la grasa del paciente, el riesgo de que haya un rechazo.