Santiago. En Palo Quemado y Pedro García, el peligro se multiplica las 24 horas del día, no sólo por el deterioro de la carretera turística, sino por los constantes derrumbes en la zona.
Sus moradores, aseguran que sus vidas depende de la suerte de que no ocurra una desgracia ya que del Gobierno no esperan nada, insisten en que varios ingenieros solo allantan con que ya van a concluir los trabajos y nunca se ve el resultado.
Para Fermín de los Santos, vivir allí es dormir sin pensar si vamos a amanecer, pero siempre confiados en Dios, porque los políticos solo vienen a buscar votos.
El presidente de la junta de vecinos de Palo Quemado, Santiago Antonio Mencía Martínez, sostiene que han hecho de todo para defender la terminación de la carretera turística y acondicionar otros males de la comunidad como la terminación de la escuela María Rosa Núñez
Consideró que en esa área de gran vulnerabilidad, nadie va en auxilio de ellos y que cuando ocurrieron los derrumbes solo atinaron a sacar a la gente de sus casas a pasar trabajo porque no le dieron la ayuda necesaria.
Cuando los derrumbes, el 75 por ciento de la gente se fue del lugar marginados por las autoridades y sintieron miedo. Muchos ancianos murieron porque al dejar sus casas se deprimieron. Así estamos viviendo aquí, señaló Mencía Martínez.
Otro de los problemas es que unos 300 estudiantes iniciaron sus clases en una rancheta porque la escuela María Rosa Núñez, la demolieron y los trabajos están paralizados.
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En una rancheta
Carmen Gabriela Pérez dijo preferir que para que los niños reciban clases en una rancheta, es mejor que pierdan el año escolar. Tiene la esperanza de que el centro sea terminado.