GINEBRA (EFE).- El incremento del flujo migratorio podría estimular de manera significativa la economía mundial y contribuir a reducir la pobreza, indicó hoy uno de los expertos que participan en un seminario de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

   El economista Richard Black, uno de los autores de un estudio de la universidad de Sussex (Reino Unido) sobre el impacto económico y social de las migraciones, señaló que un aumento del 3 por ciento del flujo migratorio mundial podría representar «un beneficio de unos 150.000 millones de dólares anuales repartido a partes iguales entre países ricos y pobres».

   Black precisó que el estudio de la universidad británica -dirigido por el economista Allan Winters, que actualmente trabaja en el Banco Mundial (BM)-, sugiere que las migraciones tienen efectos a la vez benéficos y perjudiciales que van más allá de aspectos puramente económicos.

   Subrayó la necesidad de calcular con más detalles la repercusión global del fenómeno de la emigración y analizar los «aspectos positivos y negativos» para determinar la manera que favorecen el desarrollo y alivian la pobreza.

   Black hizo estas declaraciones en conferencia de prensa en el seminario que se celebra en la sede de la OIM en Ginebra, en el que representantes de varios países analizan diversas experiencias en favor de la contribución del fenómeno migratorio al desarrollo económico de los países pobres.

   El economista británico y experto en asuntos migratorios precisó que entre los ejemplos negativos del incremento de la movilidad migratoria figuran la propagación de enfermedades, pero subrayó que esa es una cuestión que «a menudo es exagerada».

   Al contrario, citó entre los aspectos positivos el caso de los emigrantes africanos residentes en Europa que «suelen invertir en sus países de origen», y puso como ejemplo a un ciudadano somalí que a su regreso a la región de Somalilandia construyó y financió un hospital.

   Black recordó que según cálculos del Banco Mundial las remesas de los emigrantes a los países de origen transferidas mediante canales formales representan entre 80.000 y 100.000 millones de dólares anuales, sin contar las enviadas a través de familiares o amigos.

   El conjunto de las remesas podría representar «hasta el doble de la ayuda al desarrollo de los países ricos a los pobres», dijo el economista británico.

   También subrayó que esas remesas «no pueden considerarse como una manera de sustituir la ayuda internacional» por tratarse de «una ayuda privada», de la que «el 80 por ciento se gasta en necesidades de subsistencia».

   Entre los participantes en el seminario de la OIM figuran representantes de varios gobiernos, tales como el director general del Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador, Mario Roger Hernández Calderón, académicos y expertos en asuntos migratorios.