El aumento poblacional exponencial del país y el desarrollo tecnológico mundial han dejado atrás el Sistema Nacional Salud. Nuestros gobernantes, apoyados por sus asesores económicos, nunca han comprendido que una población en crecimiento carente de salud, no podrá salir del subdesarrollo, pues sin salud no hay pensamiento ni fuerza de trabajo óptima.
Si analizamos la Ley de Presupuesto General del Estado de los últimos cincuenta años, veremos que los fondos consignados a la salud nunca han llegado al 2% del PIB, incluyendo en el mismo lo destinado al agua, lo cual es un contrasentido. Lo ideal sería el 6% del PIB, sin incluir el destinado al agua que también debería elevarse al 1% y solamente recibe alrededor del 0.3%.
Los hospitales de la ciudad de Santo Domingo son ejemplos palmarios de lo que estamos diciendo, pues fueron inaugurados en la década de los 50 cuando la urbe apenas alcanzaba los doscientos mil habitantes. Sobresale por lo irracional que el espacio físico destinado a la consulta externa y a internamientos, entre otros, tienen la misma dimensión en 2014 que en los años 50 cuando la ciudad ha aumentado su población hasta llegar a aproximadamente tres millones.
En esos mismos espacios físicos se han tenido que instalar equipos que anteriormente no se tenían, como los de diagnósticos invasivos y no invasivos tales como sonógrafos, tomógrafos y salas de cateterismo, entre otros. Además de la necesidad de espacios para las súper especialidades, no existente en el pasado, que han venido a aumentar el número de especialistas súper especializados valga la redundancia.
Lo mismo sucede con el desarrollo tecnológico. Se ha olvidado que para mejor atención de los pacientes, ahorro en tiempo de los servidores de la salud y los pacientes, evitar la duplicación de exámenes, analizar rendimiento y realizar un modelo gerencial administrativo y contable moderno, el sistema hospitalario debería estar computarizado. Solamente hay que observar en cualquier hospital el espacio destinado a los archivos de expedientes clínicos y quirúrgicos. Veremos que no son más que almacenes de papeles desordenados y que por tal razón, encontrar un expediente en el archivo constituye una verdadera proeza.
La falta de sistema computarizado y de organización para la admisión de pacientes tanto en la consulta y en el internamiento es un verdadero problema. No se les pide ninguna identificación, al menos en los hospitales pediátricos, y no se les asigna una numeración permanente a los pacientes. Recomendaríamos, pues, que se utilice la Cédula de Identidad y Electoral, y en caso de menores de edad, que sea la de la madre, padre o tutor. Actualmente cuando un paciente entra al hospital puede dar un nombre en Emergencia, como ejemplo Jesús Feris; en Rayos X, Félix Iglesias y en la sala de Internamiento Jesús Féliz.
El llenado de expediente es manuscrito y, como se sabe, los profesionales de la salud escribimos de manera ininteligible, lo que dificulta que un tercero pueda entender lo escrito, como sucede con las recetas. Todo esto nos lleva a concluir en que es necesario establecer la sistematización electrónica para una mejor atención en sentido general.
Es penoso que los legisladores no hayan contemplado aumentar el presupuesto del próximo año para iniciar gradualmente el desarrollo del Sistema Nacional de Salud.
De no aumentarse el presupuesto a la salud sin programación adecuada en las prioridades, seguiremos teniendo las mismas precariedades que hoy día y no habrá discusión de pacto para la salud.
De esta manera, perderemos la esperanza de mejorar el Sistema Nacional de Salud en los próximos años.