Llama tremendamente la atención, como en el marco de las discusiones sobre la viabilidad del incremento salarial para los trabajadores dominicanos, algunos se enfoquen de manera simplista en los análisis apoyados en modelos micro-económicos tradicionalistas y de corte neoliberal, que obviamente ponen por delante la expansión del capital frente a las condiciones de la mano de obra (el trabajador).
De esta forma, seguimos profundizando los enfoques de un sistema capitalista, traído por los moños a República Dominicana, dada su precariedad, donde más que la explotación del trabajador por el capitalista, en la línea argumentativa marxista, estamos frente a la mercantilización perversa de la fuerza de trabajo. Lamentablemente se coloca en nuestros modelos de análisis al factor productivo trabajo, tal cual un bien que se tranza en los mercados y que debe ser sometido al comportamiento de la libre oferta y demanda, como si fuese esta una ley natural del trabajo y su precio.
Dejamos de lado en las consideraciones lo que sería el pago justo por el trabajo, los recursos mínimos necesarios para vivir y no para sobrevivir, la distribución de los beneficios basados en su contribución al producto en el seno de la empresa, y por qué no las externalidades positivas creadas por una clase trabajadora mejor remunerada y con mayor disposición de consumo, ahorro, inversión. Siguiendo con esto último el mismo razonamiento del ya conocido economicismo intelectual y a pesar de las preocupaciones de los monetaristas inflacionistas.
Si bien, para justificar un aumento salarial necesitamos trabajadores más productivos, que dispongan de las maquinarias, equipos, insumos, tecnologías (relación capital-trabajo) así como de mayor conocimiento tácito y codificado (relación conocimiento-trabajo), igualmente requerimos movimientos de capitales más re-distributivos y por ende menos concentrados. Como fundamento económico estamos de acuerdo con la relación productividad e incremento del salario, pero no estamos siendo justos si no integramos la explotación del trabajador por el capital.
En todo caso, y de la misma manera, podemos argumentar que técnicamente para aumentar los niveles de beneficio sea por mayores ingresos o reduciendo costos-gastos la empresa propietaria del capital debe elevar los niveles de productividad de este último como condición. Con lo cual podrá exigir menores impuestos, mejores servicios al gobierno, mejoría en infraestructuras, facilitación del comercio, entre otros.
Es necesario aumentar las productividades del trabajo y del capital de manera simultánea. A fin de cuentas ambos factores productivos deben ser influenciados por políticas públicas congruentes.
Por otro lado, el entorno de crisis económica internacional y las perspectivas sombrías, la fragilidad de la economía dominicana, la pérdida del poder adquisitivo acumulado, los niveles de pobreza, entre otros, nos lleva a preocupaciones que van más allá de un simple aumento salarial de 10%, 15%, 20% ó 30% discutido por el Gobierno, los empresarios y los representantes de los trabajadores.
No podemos dejar de lado la inevitable discusión del modelo de desarrollo al que estamos apostando en República Dominicana, o deberíamos. Nos preguntamos si nos alineamos en aquellos modelos de muchos países asiáticos donde la explotación de la población ha estado por encima de cualquier precepto para llegar donde están hoy en día, con los costos en cuanto a sacrificio social que esto ha implicado, o pretendemos poner el ser humano delante y como eje central del desarrollo.