Aun viven entre fango y humedad

Aun viven entre fango y humedad

POR LLENNIS JIMÉNEZ
BARRIO MOSCU, San Cristóbal.-
La línea rojiza en las viviendas con paredes de bloques y la humedad en la madera manifiesta lo que quedó de las inundaciones  de esta zona. A 23 días del paso de la tormenta  Noel decenas de viviendas que se sumergieron con las lluvias, no han podido ser aseadas para sacarle el lodo.

La mayoría de las familias debieron retornar a sus hogares, pese a las condiciones en que se encuentra el poblado, por un lado, cargado de basura arrastrada, con agua estancada en calles y callejones, minadas de mosquitos y  larvas.

Al ser sacados del único refugio que funcionaba en la escuela pública, para permitir la continuación del calendario escolar, la gente tuvo que regresar a su casa.

Moscú figura dentro de las áreas más afectadas en esta provincia de San Cristóbal, y aunque no se registraron perdidas humanas, en muchas partes las inundaciones destruyeron todos los ajuares de las viviendas.

A Silvia Isabel Heredia no le sirve su brazo derecho, tampoco nada de lo que tenía dentro y fuera de su casa, donde las aguas alcanzaron las vigas de amarre cercanas a la puerta de la entrada.

Su casa, en la calle Ocho quedó como un escenario de guerra. Todo fue arruinado por la  fuerza implacable del agua que hizo declive en la zona de Sabana Torro. Un dato no confirmado indica que más de 500 viviendas quedaron entre las agua.

Aunque el río Nizao no penetró a este sector, el impulso de las aguas bañó casi todo el territorio. En casa de Heredia no se pudo salvar nada. Soportando el dolor de su brazo roto, a causa de un choque de motocicleta, éste jueves Heredia ayudaba a su nieto Rafael Alexander Bautista Rodríguez a secar los libros de cuarto de primaria.

Encima de dos tanques de almacenamiento de agua para el quehacer doméstico, ubicados en el patio lateral izquierdo, la mujer que todos ven como la más perjudicada, se afanaba en voltear las hojas de los cuatro libros que el pequeño lleva a la escuela María Trinidad Sánchez.

Irónicamente, la página 213 expuesta al sol en el texto de ciencias sociales trataba sobre la hidrografía, el clima y la distribución espacial del agua.

Heredia llegó de trabajar a la 1:30 de la tarde. El ajetreo empezaba por ayudar en la tarea del hogar a su marido, el constructor Ramón María Ortiz Pérez, quien está desempleado y lamenta no haber podido sacar ni una cama el domingo del fuerte aguacero.

“Aquí no pudimos salvar nada. Nos han dado ropa y dos fundas de comida. Lo demás ha habido que buscarlo como se pueda”, dijo la mujer que se defiende con la venta de golosinas en la escuela pública y que tiene la ardua labor de botar lo que no tiene uso.

EN LA CALLE PRIMERA (MAMÁ TINGÓ)

La cotidianidad de la mayoría de los dueños de ranchetas en este rincón de barrio Moscú quedó con la vida hecha brizna. Raysa Tejeda de Jesús, con apenas seis años de edad, se paseaba impaciente en el entorno, mostrando a los redactores los daños provocados por las aguas a las viviendas de los vecinos.

Junto a ella un grupo de niños, también descalzados, caminaban entre el lodo y la basura, señalando las viviendas de Julio César, de William y de Ramón Lara, las cuales fueron anegadas.

En casa de Ramona Santana se logró sacar la televisión, el radio y los cuadros, lo demás quedó entre las agua durante varios días. Dos semanas después pudo retornar a la casa que adquirió por RD$35,000, con paredes, ventanas y puerta de zinc. A las 3:00 de la mañana, Lara  escuchó una voz que la despertó el lunes 29 de octubre. Cuando puso los pies en el piso, el agua le llegaba a las rodillas.

Se fue con sus cinco hijos y su marido a la casa de la prima de éste. Allí estuvieron 15 días, pero a los cinco días, el niño más pequeño no soportaba dormir recostado en una mecedora.

El lamento de esta ama de casa es porque se le dañó la licuadora, la nevera, que la derribó la mesa; las camas y el comedor de RD$6,000, comprado a crédito y del que adeuda RD$2,000.

Cada vez que se nubla, ella pide permiso en su trabajo y corre a recogerlo todo en la casa, porque siempre que llueve, se llena de agua.

Otra queja es porque no se beneficiaron de los colchones distribuidos por la junta de vecinos, cuyos miembros argumentaron que debían estar refugiados en la escuela.

Se reclama la presencia del síndico José Montás para que elimine la proliferación de basura en barrio Moscú

MÁS PERJUDICADOS

De nada valieron los esfuerzos de Raquel García y Johnny Andújar por proteger los bienes del hogar en calle Primera. Construyeron una base de madera, próximo al techo, para encaramar sus pertenencias, sin embargo, no hubo tiempo para elevar los muebles, que están para ser tirados a la basura.

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