Auschuwitz

Auschuwitz

UBI RIVAS
El 27 de enero de 1945, las tropas de avanzadas soviéticas alcanzaron ingresar en el campo de exterminio nazi de Auzchwitz, cuyo 60 aniversario se ha cumplido, con las protestas y rechazos planetarios por la abominación y la abyección por el genocidio allí de más de un millón de individuos. La mayoría de ellos fueron judíos, pero también el soha les tocó a gitanos, discapacitados, homosexuales y lesbianas así como a Testigos de Jehová, marcados estos últimos con una cruz púrpura.

Todos, fueron incluidos, centenares de millares de polacos también, en las listas de exterminio total ordenados por el fhuerer Adolf Hitler, que en su mefistofélica como absurda tesis de pretender la alquimia de un hombre superior, interpretó que todos esos seres humanos eran inferiores y plagaban a la especie humana de mediocridades y defectos para el inaceptable.

Seis millones en total de todos esos componentes humanos fueron exterminados en los campos de concentración hitlerianos con gas freón y sepultados en anchas zanjas abiertas y cerradas por tractores y palas mecánicas, a granel, como la basura que Hitler los consideraba a todos, menos a los arios, que concibió diabólicamente, era la raza alemana.

El coronel SS Adolf Echimann era el comandante de Auschuwitz y Birkenau, a escasa distancia uno del otro, y desarrolló todo el caudal excecrable de su infamia contra los prisioneros que eran transportados en grandes vagones de trenes, como reses al matadero, sin mostrar la menor compasión ni muchos menos arrepentimiento alguno por la abisal abominación que ejercía.

Eichmann, que viajó de incógnito hacia la Argentina del dictado Juan Domingo Perón, fue secuestrado en Buenos Aires el 21-05-60 por un comando del tenebroso Mossad y conducido secretamente a Israel donde fue juzgado, sentenciado a la hora y ahorcado en pago ínfimo a las atrocidades que convalidó en Auschuwitz-Birkenau, como relata pormenorizadamente Moshe Pearlman en su obra La Caputa de Adolf Eichmann, la cual fue llevada a la pantalla grande.

Apenas sobrevivieron unos mil judíos de Auschuwitz-Birkenau, y uno de ellos reposa en el cementerio judío en la capital dominicana, y casi todos prefirieron seguir residiendo en Alemania, no odian a los alemanes, sino que muy a tiempo y bien reconocieron que su caso fue tratado de manera unipersonal por un demonio, un energúmeno poseído por alucinaciones fantasmagóricas y tremebundas, no el sentir de una nación.

El primer ministro israelí Ariel Sharón se ha quejado de que «el mundo no levantó un dedo para impedir el exterminio (de judíos) y aprendimos la lección del genocidio, de que solo (los judíos) pueden confiar en sí mismos». Falso.

Falso en primer término porque los Aliados (USA, Reino Unido y Francia), cavaron trincheras juntos para repeler al nazi-fascismo de las potencias el Eje que conformaron Alemania, Italia de Benito Mussolini y Japón del emperador Hiroito), y liberar al mundo de una tiranía de esa calaña bárbara.

Falso en segundo término porque si Israel existe hoy como Estado se le debe a la comunidad internacional que votó el 20-11-47 en la ONU la creación de un Estado judío en Palestina y otro árabe y que las cuatro guerras a partir de la proclamación del estado hebrero en 1948, Estados Unidos aportó los pertrechos tecnológicos (armas), que lograron vencer a los árabes en 1948, 1957, 1967 y 1973. ¿O no fue así?.

Además, que Sharón y todos sus antecesores, han dispensado a los palestinos un trato similar al que Hitler dispuso contra los judíos. ¿O tampoco es así?.

De manera que el soha es menester repudiarlo siempre, cierto, pero acontece que hoy hay un soha en Palestina, increíble, pero cierto, por quienes sufrieron los rigores de la solución final.

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