Ausencia de horizonte en la Asamblea Revisora

Ausencia de horizonte en la Asamblea Revisora

El debate de la nueva Constitución es un espectáculo deprimente. La conducción ha tenido fallas significativas: discusiones acaloradas innecesarias, poca pericia en el manejo del orden parlamentario, se coartan opiniones de quienes no están de acuerdo con la presidencia de la Asamblea, y parecería que ningún partido político mayoritario tiene una visión de conjunto del proyecto de Constitución: Un día se ubican a la derecha, otro a la izquierda.

Se diría que sólo la minúscula Fuerza Nacional Progresista, que de progresista nada tiene, se presenta como la una organización coherente.  Pero, su proyecto es  autoritario y fundamentalista.  Su presencia actual en el Congreso es negativa para la democracia y el desarrollo humano. Hay una paradoja: La FNP que representa  la ultraderecha, carece de votos y mandato propios, ya que es una rémora del PLD,  el cual se definió alguna vez como de izquierda. Los bloques de los partidos mayoritarios (PRD y PLD) no tienen posiciones homogéneas, y el PRSC  se define según “sus conveniencias” momentáneas. 

Existe el peligro de que se apruebe una Constitución a imagen y semejanza de esas agrupaciones sin visión de conjunto del proyecto constitucional: en ocasiones aprueban un artículo como el 2 que no puede ser más progresista e importante, y en otras giran hacia el fundamentalismo como con el artículo 30.

¿Cómo puede ser que la mayoría de los legisladores de un partido que se dice socialdemócrata, como el PRD, haya votando por una propuesta de ultraderecha, elaborada por el Opus Dei? Me refiero al Artículo que contra toda evidencia científica ha decido que la vida humana, que la persona, empieza a ser sujeto de derecho desde la concepción. Es inaudito que en el centenario de Bosch, hostociano, defensor de la separación de Iglesia y Estado y víctima de la intolerancia de la jerarquía católica, el PLD, el partido que fundó y amó, introduce dicho artículo, y la mayoría de asambleístas peledeístas lo apoyan.

Los resultados hasta el momento sugieren que la ciudadanía demócrata y que desea un Estado que nos considere por igual a todos y todas, debe influir para detener esta pendiente autoritaria y fundamentalista por la que se inclinan unos congresistas que tocan la música que las batutas de los sectores retardatarios de la jerarquía católica les exigen. Pero, hay que decirlo, existen honrosas excepciones: las y los 32 legisladores que votaron contra el artículo 30. 

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