Auspicioso concierto de joven filarmónica

Auspicioso concierto de joven filarmónica

Todo un mundo de emociones se agolpó en nuestros corazones al escuchar a la  joven filarmónica de República Dominicana en su concierto inaugural el pasado miércoles  en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, superando  todas las expectativas creadas. 

Satisfacción y orgullo sentimos al comprobar el talento en ciernes que existe en nuestro país, solo a la espera de ser descubierto. Y he aquí el gran mérito de la Fundación Sinfonía, de Darwin Aquino, talentoso compositor y director de orquestas juveniles, y de tantas personas ligadas al mundo musical, que de una u otra forma han contribuido a ser realidad este nuevo proyecto la  Orquesta Filarmónica Juvenil.

Setenta jóvenes, incluyendo dos niños de trece años, tras asistir  a la “Primera Residencia Orquestal”, asumen la noble y difícil tarea de formar parte de este colectivo musical del que hay que destacar, su notable afinación, y la perfecta armonía entre sus secciones.

El concierto. El director Benjamín Zander (británico nacionalizado estadounidense) es el responsable de esta importante totalidad sonora alcanzada, por su eficiente conducción llena de energía, capaz de lograr de los ejecutantes la comunicación a través de la música, interpretando así el pensamiento de Wagner, quien señalaba que “la música era la más completa expresión de lo universal que pudiera concebirse, el mejor medio para comunicar su verdadera esencia”.

Cónsono con este pensamiento, el maestro Zander escoge para iniciar el programa presentado en el más prestigioso escenario de  República Dominicana,  la obertura de la ópera “Los maestros cantores de Nüremberg”, de Richard Wagner. 

El famoso tema de los maestros es introducido por los violines, trompetas oboes y clarinetes. La hermosa obertura denominada preludio –Vorspiel– por el compositor, es sólo la introducción a su ópera inspirada en la vida de artesanos trovadores de la Alemania medieval, llamados Meistersinger,  y sirve de credencial idónea para la presentación de la orquesta. La primera parte del programa de la noche concluye con el concierto en mi bemol mayor, para contrabajo y orquesta de Carl Ditters Von Dittersdorf.

Invitado. El   joven venezolano Edicson Ruiz, de 27 años, solista invitado,  en una entrañable relación con su instrumento que a veces convierte en una danza, otras, en un vínculo amoroso y tierno que le permite extraer las notas claras, convertidas en hermosísimas sonoridades.

La depurada técnica de Ruiz  se manifiesta en cada movimiento y se decanta en el allegro.

Tras el intermedio. En la segunda parte la orquesta se crece, responde a los requerimientos del director, y  la magia de la “Sinfonía del Nuevo Mundo” de Antonin Dvorák, estremece la sala; se  pasa de  la calma a la alegría, luego invade  la melancolía que nos remite a los espirituales negros. El final brillante repite como eco los temas expuestos, la ovación del público no se hace esperar, el director sale una y otra vez y agradece con bellísimas y emotivas palabras, luego  entrega la batuta a Darwin Aquino para un maravilloso encore; nuestro merengue se hace presente,  contagia a todos, “Caña brava” y “Compadre Pedro Juan”, adquieren tonalidades insospechadas, la euforia del público,  obliga a un encore final.

De nuevo el maestro Zander conduce la orquesta, y dedica la conocidísima marcha de las “Barras y las estrellas” de Philip Sousa, cuya música alegre y patriótica encierra un  mensaje universal de paz y amor.

Del fervor marcial se pasa a un final contrastante y definitivo, un trozo de “Las variaciones Enigma” de William Edgar,  colman  el alma de sosiego y armonía.

Al retirarnos reflexionamos sobre las palabras del maestro Zander, “Debemos sentirnos orgullosos de tener una juventud como la nuestra”.

Versión popular. Este concierto también fue presentado la noche del jueves en el Club Mauricio Báez en una función popular, que colmó el amplio recinto de un público ávido de escuchar una oferta musical diferente.

Larga y fructuosa vida a la joven filarmónica de República Dominicana, gracias a la Fundación Sinfonía por este aporte invaluable, una institución privada  sin fines de lucro creada por iniciativa de un grupo de amantes de la música  en 1986, con el propósito de promover la música culta, a través del apoyo a programas educativos y la realización de eventos artísticos de alto nivel. La preside Margarita Copello.

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