Austeridad

Austeridad

Existen varias razones por las que el Gobierno debe reajustar el tope de sus gastos y establecer un orden de prioridades que aminore la brecha entre esos gastos y la inversión social.

Una de esas razones es que existe el compromiso asumido ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) de mantener controles estrictos sobre el gasto público y hacer un uso acertado de los recursos, entendiéndose por esto último la identificación de prioridades para canalizar la inversión.

Hace unos días, la secretaria de Educación, Alejandrina Germán, se lamentaba porque aunque necesita tres mil millones de pesos para concluir todas las obras de infraestructura escolar proyectadas para este año, solamente cuenta con la décima parte de esa cantidad.

En cambio, la construcción del Metro de Santo Domingo ha consumido ya tres mil millones de pesos y hay disponibilidad de recursos para continuar trabajando en esa obra sin interrupciones.

No debería haber vacilación ni confusión para establecer que la infraestructura escolar debería figurar en primer orden de las inversiones del Gobierno.

El director de la Oficina Nacional de Planificación, Guarocuya Féliz, ha afirmado que se agotaron los presupuestos de inversión de la Secretaría de Estado de Obras Públicas y la Oficina Supervisora de Obras del Estado y no está claro que ambas instancias hayan concluido sus respectivos capítulos de realizaciones para este año.

-II-

El hecho es que, por demás, hay razones de orden fiscal que obligan a contener el gasto público. Los cambios en el orden tributario no han servido, según parece, para compensar el sacrificio que para los ingresos del Gobierno ha significado la eliminación de la Comisión Cambiaria y, más adelante, la factura consular.

También ha ocurrido que ciertos impuestos que penalizan el consumo no han tenido el comportamiento previsto y no han generado los ingresos presupuestados. El gravamen sobre las bebidas en función de su concentración alcohólica ha desplazado los hábitos de consumo hacia las bebidas más ligeras  menos penalizadas, y eso influye en los ingresos fiscales.

Y si por encima de eso se incrementan los gastos por concepto de pago de personal  el egreso que ello implica presiona las finanzas públicas y limita la capacidad de inversión en prioridades El Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) afirma que se han creado treinta mil nuevos empleos en la administración pública.

Aparte de que la austeridad debe ser una virtud cardinal en toda administración, las circunstancias actuales aconsejan un comportamiento cauteloso en lo que concierne a las erogaciones del Gobierno.

Esto así, aparte de que no sería saludable que el Gobierno, que ha tenido la virtud de enderezar y hacer crecer la economía, diluya parte de esas bonanzas en un incremento improductivo de sus gastos, sacrificando, inclusive, capítulos de inversión que son prioritarios. Las circunstancias aconsejan austeridad, prudencia en el gasto.

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