Autogeneración eléctrica

Autogeneración eléctrica

La crisis en el suministro de energía eléctrica ha puesto a pensar a muchos usuarios sobre la posibilidad de independizarse del sistema. Los usuarios domésticos de escaso consumo, sin embargo, están condenados a permanecer en linea con las distribuidoras. No les queda más remedio.

Los generadores por motores de combustión interna requieren gasolina o gasoil cuyos precios son exorbitantes. Los sistemas no convencionales tienen un costo de inversión extremadamente alto, si bien se encuentran libres de gastos de consumo.

¿Qué hacer? Tengo un amigo y colega, el Ing. Eduardo Sagredo, que sueña con la energía nuclear. Pero está consciente que este sistema de producción cuenta con adversarios militantes, no tanto en República Dominicana como en muchos países de mayor desarrollo relativo. De hecho, Alemania se halla en un proceso de lento desmonte de sus plantas nucleares, en tanto impulsa la producción de fuentes de energía limpia, a partir de la biomasa, las aguas, el sol o los vientos.

El Ing. Sagredo, que al realizar sus estudios debió vincularse a todos estos procesos, espera que un día las investigaciones harán posible el abaratamiento de los medios no convencionales. Pero durante las amistosas discusiones que hemos sostenido yo estoy en la lista de los que se contraponen a la energía nuclear él me pregunta, ¿cuándo se lograrán producir instrumentos de generación de energía limpia que puedan ser adquiridos por la gente común? Esta es la gran interrogante, ciertamente.

Como experto egresado a nivel de grado y postgrado de Universidades dominicanas y extranjeras, entre ellas el famoso Tecnológico de Massachussets, Sagredo aspira a que el país supere las dificultades que confronta. Tiene ideas que podrían contribuir a dejar atrás los amargos sinsabores de los consumidores de la electricidad. Sabe, empero, que una salida por el lado de la energía nuclear se supedita a factores tan diversos como la geopolítica, las condiciones del país y el nivel cultural de nuestros conciudadanos.

Puerto Rico inició la construcción de una planta nuclear en Aguirre, en el decenio de 1970. Compraron el generador, el reactor y uranio, pero el proyecto quedó trunco cuando se descubrió que una falla geológica se hallaba en el subsuelo de la zona. Actualmente, desde hace treinta años, los puertorriqueños venden los equipos y la obra civil. Fidel Castro pronunció un discurso de más de cinco horas propalando las bondades de una planta similar, que se levantaría con apoyo soviético. Uno de sus hijos fue llevado a Rusia para estudiar todo lo referente a la gestión de una planta del tipo.

Pero Cuba, como Puerto Rico, interrumpió su programa nuclear.

Sagredo nos informa que en el continente, fuera de Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, únicamente los mexicanos y los argentinos explotan esta tecnología. Es por ello que surge un valladar entre sus aspiraciones de ver una planta nuclear en la Beata y el contemplar el país con la energía requerida para su crecimiento. Lo cuestionamos respecto de la ausencia de estas plantas en otras naciones. Y él mismo se responde que los niveles de desarrollo prevalecientes tal vez se vinculen a esta situación.

Argumenta que Corea del Sur o China Nacionalista dieron saltos cuantitativos y cualitativos importantes en sus vidas al depender de esta energía. Pero acepta que por estos tiempos la visión sobre la energía nuclear está variando. En apariencia nos hallamos en un callejón sin salida.

Pero Sagredo, como consecuencia de esas experiencias, expresa que nos queda luchar por el mejoramiento del sistema que tenemos. Elogia los esfuerzos que desde la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) hace su actual administrador, en procura de crear minicentrales hidroeléctricas. Actualmente existe un plan para instalar doce pequeños hidrogeneradores. Y sostiene que esta alternativa, valiosa, tiene que complementarse con la explotación de todas las demás fuentes, con potencial de generación en el país.

En este sentido, y mientras el máximo nivel de la generación depende de plantas termoeléctricas con su alto consumo de carbón y petróleo, hay que apoyar programas como éste de la hidrogeneración. Quedan por recorrer los caminos que ofrece una biomasa que, en algunos aspectos, es un problema nacional. O el sol. Pero también conviene recurrir a la eficientización de los sistemas eléctricos integrados, usando los programas de ordenadores para obtener ese fin.

El camino, según me explica, está abierto. Pero tiene que ser recorrido con tiento, con prudencia, con una estratégica planeación de las acciones, eludiendo la improvisación. Y señala que este último factor ha sido determinante por el deficiente servicio que aqueja al país. Porque lamentablemente, la autogeneración, alega, no es aconsejable para la mayor parte de los consumidores.

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