Automovilistas de tozuda minoría perfumada

Automovilistas de tozuda minoría perfumada

Contra la libre y segura circulación de los ciudadanos respetuosos de la ley, a pie o viajando en sus vehículos, obran ya no solo temerarios motociclistas y choferes de voladoras transgresores de las normas que para la convivencia sin riesgos a la integridad del prójimo deben preservar el orden y la moderación en las vías públicas.

Ahora está también, con máximas capacidades para escapar de los guardianes de la ley, ya sea por el horror poderoso de los motores de sus autos costosos, o por el peso de sus apellidos, fortunas familiares e influencias de poder, unos indemnes a barreras y sanciones que deben imponerse a quienes con tanta facilidad matan, destruyen y siguen tan campantes como Juancito el caminador, a veces su acopañante.

Se apuesta ya a que nada va a pasarle en términos legales y sancionadores al individuo del auto lujoso, filmado en video cuando con burla y soberbia estuvo a punto de arrollar a dos agentes de la Digesett dándose a la fuga, estando intervenido por exceso de velocidad por una de las principales avenidas del Santo Domingo de los altos riesgos.

Con todo y lo orgullosamente que esta administra ción del Estado se proclama arquitecta de una independencia del Ministerio Público, el padrinazgo de apellidos sonoros, de rangos militares y corporativos, que sale en defensa de los hijos prepotentes de jerarcas y ricachones, la ley sigue parándose ante las puertas de las mansiones.

Jugar con la vida de los demás echando carreras pone en ridículo y peligro de muerte a los propios representantes de la autoridad que van a las arterias urbanas al objetivo de controlar a personajes de clases perfumadas o no de donde los espantan con chirridos de neumáticos y luego les inutilizan para proceder con simples llamadas telefónicas.

Debe reconocerse que en contra de las temeridades de efectos desastrosos que cuestan vidas adolescentes de los amantes de la velocidad y de la competencias clandestinas sobre dos ruedas, tampoco han triunfado los patrullajes ante el motociclismo suicida, que corre como Pedro por su casa usando sus propias humanidades como carrocería. A falta de Porsches.

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