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Adiós al petróleo
El agua será el combustible del futuro. La energía del mañana es agua disociada en hidrógeno y oxígeno mediante electricidad. Estos elementos garantizarán el suministro energético del planeta durante tiempo indefinido». Esa es una cita del visionario escritor francés Julio Verne que aparece en su libro “La Isla Misteriosa” de 1874.

A la espera que estas previsiones sean realidad, el mundo está sufriendo la inestabilidad y los problemas de los carburantes derivados del petróleo. Ese combustible que Durante casi 120 años ha sido un compañero inseparable del desarrollo automovilístico pero que su previsible agotamiento, su volatilidad política y su posible impacto económico, ha llevado a la industria del motor a investigar sobre su sustitución por otros combustibles, mientras se espera que la anunciada llegada del hidrógeno resuelva todos los problemas. A la espera de que la panacea energética (hidrógeno) sea el carburante de todos los días, hay una serie de preocupantes que obligan a tomar medidas urgentes. La primera de ellas es la guerra de Irak, que ha desestabilizado Oriente Medio y ha reducido el aporte de petróleo de esta región al mercado mundial.

A esto hay que sumar la crisis de capacidad extractiva y el vaticinio de la propia Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que calcula que entre pocos años la producción mundial de hidrocarburos no será capaz de satisfacer las necesidades mundiales. Los efectos de semejante situación ya se están viviendo con una las incesantes subidas de los precios del petróleo y la consecuente crisis económica que involucran las economías de los países consumidores. Un informe de la institución bancaria BBVA, señala que cada tres dólares de subida del barril de petróleo equivalen a una reducción de 0,2% del Producto Interior Bruto (PIB) de un país no productor.

Ahora si, la solución podría pasar fuentes alternativas de energía, como es el caso de los biocombustibles, que en los últimos años están conociendo un rápido y creciente desarrollo. Según las predicciones de las principales marcas automovilísticas mundiales, la biomasa, los cultivos y los desechos humanos, animales y agrícolas, aportarán a corto y medio plazo buena parte de la energía que la sociedad necesita, especialmente para cuestiones relacionadas con el transporte.

El objetivo es múltiple. Por una parte, reducir la dependencia del petróleo. Por otra, convertir casi todos los países en productores de energía propia. Suecia ya ha declarado abiertamente que para 2020 será energéticamente independiente

ETANOL

Uno de los biocombustibles es el etanol, un tipo de alcohol elaborado a partir de los azúcares contenidos en la caña de azúcar, la melaza, el almidón del maíz, el trigo, la cebada, la soja y a través de la hidrólisis de productos ricos en celulosa, como los residuos de origen agrícola. La ventaja de este alcohol es que se disuelve fácilmente en la gasolina y ayuda a reducir las emisiones contaminantes. Los motores de gasolina convencionales admiten hasta un 15% (E15) de este combustible sin necesidad de modificaciones algunas. A partir de ahí se deben cambiar juntas y adaptar el sistema de inyección y de encendido para que funcionen correctamente con el nuevo combustible. El problema es que el etanol es menos eficiente que la gasolina, por lo que se necesita mayor cantidad para obtener el mismo rendimiento.

METANOL

Una alternativa al etanol es el metanol, también conocido como alcohol metílico o alcohol de madera, llamado así porque inicialmente se producía destilando maderas. Este combustible produce bastante energía, como demuestra el hecho de que se utiliza mucho en competiciones de autos y como suplidor de energía extra en motores de alto rendimiento. El problema con este combustible es doble. Por una parte es tóxico. Por otra es altamente corrosivo con el aluminio y con las juntas plásticas de los motores. Actualmente también se fabrica metanol a partir de gas natural y metano. Además al metanol se le ha encontrado una utilización muy interesante: servir de depósito para el hidrógeno, ya que cada molécula de metanol (CH4O) libera con facilidad un átomo de hidrógeno. Una característica que le permite ser empleado como combustible para producir hidrógeno tramite convertidores.

BIODIESEL Y BIOGAS

Pero, sin duda, dos de los carburantes más interesantes son el biodiésel y los biogases, como el biometano o los gases licuados.

El biometano, también denominado biogás, se produce aprovechando cultivos específicos, desperdicios agrícolas, excrementos del ganado y basura orgánica doméstica. El material es procesado hasta obtener gas metano que es posteriormente licuado y utilizado como combustible. La gran ventaja de estos carburantes es que sus emisiones son casi nulas, además, es renovable y, por tanto, sostenible.

Pero, sin duda el previsible ganador de esta rivalidad es el biodiésel, obtenido a partir de plantas oleaginosas, como la soja, el maíz, las semillas de colza, el girasol o el aguacate. También se puede obtener a partir de aceites de cocinar reciclados o con grasa animal, además con algas de mar.

Combinando los aceites con metanol se obtiene biodiésel, que tiene un poder energético casi idéntico al del diesel y que puede ser mezclado con éste en proporción de hasta el 20% sin necesidad de modificar el motor.

Una pequeña modificación del sistema de inyección permite utilizar biodiésel puro, con muy importantes reducciones de las emisiones de CO2.

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