Autos anti-ebrios

<p>Autos anti-ebrios</p>

Se imagina un automóvil capaz de detectar si un conductor ha bebido mucho y podría ser un peligro si conduce bajo el efecto del alcohol. El vehículo inteligente percibiría el riesgo y, automáticamente, pondría en marcha varios sistemas de seguridad según la cantidad de tragos tomados. Si el automovilista está ligeramente bebido, una voz le advertiría. Si su condición es peligrosa, el auto optaría por dos vías: reducir la marcha hasta detenerse, impidiendo que el conductor continúe, o avisar a la comisaría más cercana. ¿Enemigo de su amo o salvador de vidas?

Independientemente de la valoración que pueda despertar, este mecanismo ya existe y podría instalarse en los nuevos autos en menos de un año. Su creador, el profesor británico Dilwyn Marple-Horvat, se avaló de las estadísticas para demostrar que es un dispositivo con un gran potencial para evitar accidentes: «Una de cada siete muertes que se producen en las carreteras del Reino Unido son provocadas por un conductor ebrio», señaló.

Ahora, por su complejidad, el único prototipo diseñado es muy caro, pero una producción en serie podría reducir de mucho el coste. Pero ¿habría gente dispuesta a adquirirlo sin ninguna regulación que obligase a ello? El profesor británico, que no considera realista la aparición de una ley en este sentido, cree que su venta podría ser puramente comercial, basada, por ejemplo, en que las aseguradoras ofrezcan descuentos a quienes lo instalen. Estas lograrían clientes más seguros, mientras que el automovilista usaría ese ahorro para amortizar el coste del aparato.

Reacción tardía

Técnicamente, el invento consta de un lector de la vista de rayos infrarrojos, que controla los ojos del conductor, y de un sensor que registra el movimiento de sus manos. Durante meses, el equipo de investigación ha demostrado que al acercarse a una curva, el conductor logra verla 0,75 segundos antes de realizar la maniobra de giro con el volante. Con sólo beber un trago, el automovilista percibe más tarde la curva, con lo que se reduce peligrosamente su tiempo para reaccionar y actuar sobre el volante. Cuanto más alcohol se ingiere, más tarde reacciona la vista, de modo que los ojos sólo registran el giro cuando uno ya se encuentra sobre ella, reduciendo por ende las posibilidades de abordarla de forma segura.

El nuevo mecanismo descubre si el conductor está ebrio controlando, precisamente, la coordinación entre la vista y el movimiento de las manos: cuanto más alto es el nivel de alcoholemia, mayor deterioro se produce en esa coordinación. Conectado al motor, el aparato podría ordenar al auto que redujese la marcha y que se detuviese e incluso avisar la Policía.

La pieza más cara es el lector de infrarrojos, que hace el invento casi prohibitivo (unos 45.000 dólares). Sin embargo, en la Universidad de Bristol saben que Volvo ya experimenta con esta tecnología. «Si una gran compañía de autos lo fabricara a gran escala, su precio descendería drásticamente. Esa es la clave para que la gente se anime a instalarlo», apuntó Marple-Horvat. A pesar de que la tecnología ya está desarrollada, se calcula que harían falta uno o dos años para adaptarla a los autos, realizar las últimas pruebas y comercializarla.

En EEUU los intentos de detectar a conductores ebrios pasan por un alcoholímetro que se acopla en el tablero y está conectado al motor, al subir al auto el dueño deberá comprobar que puede conducir. Si el grado de alcohol es tolerable el auto arranca, sino esperará que le pase la borrachera o llamará a casa que lo vengan a rescatar.

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