Autos eléctricos Vs. Petróleo

Autos eléctricos Vs. Petróleo

Una de las grandes agonías en el mundo de hoy, y por supuesto que en nuestro país también, son los altos precios del petróleo y el impacto que ello tiene en todo el bregar diario, poniendo en jaque la economía mundial.

Más y más fórmulas y alternativas se barajan en el afán de encontrar el abracadabra que permita parar y disminuir el monto de la factura petrolera. Se ha llegado, incluso, a una “mágica” percepción: el petróleo más barato es el petróleo que no se consuma.

Los expertos han llamado la atención sobre el hecho de la presión que ejerce sobre la demanda y el consumo el equipo vehicular que recorre las carreteras y calles del mundo quemando petróleo y contaminando por doquier. Se calcula que el parque automotor consume a nivel mundial más de 15 millones de barriles de petróleo diario.

Resulta evidente que esa realidad nos presenta con claridad en qué dirección debemos actuar con urgencia para bajar la presión actual y futura. Hay plena conciencia de que la construcción y difusión de vehículos que funcionen con energía eléctrica habrá de tener un impacto vital para el ahorro de combustible.

Hoy se habla por doquier de la producción masiva de autos eléctricos… pero hace unos pocos años se destruyeron miles de autos eléctricos de sus primeras generaciones.

En 1996 la General Motors puso en el mercado el EV-1 (Electric Vehicle), eficiente y  fácilmente recargable con un enchufe tradicional en el mismo garaje de la casa. Sin embargo, no los vendió; solo los alquiló para después recogerlos todos y destruirlos.

En 1997 Nissan produjo el Hypermini, el cual fue escogido por el municipio de Pasadena, en California, como de uso oficial. Fueron solo alquilados y en el 2006 no se renovó el contrato; fueron recogidos y destruidos. Toyota decidió parar en el 2003 la producción de un 4 X 4 eléctrico, el RAVA – EV. En Estados Unidos se desencadenó un fuerte movimiento de protesta exigiendo que no se destruyeran y que se autorizase su venta a quienes lo tenían en alquiler. La protesta finalmente ganó la batalla.

California había emitido a finales de los 90 un decreto planteando que no menos del 2 por ciento de los autos del Estado debían ser eléctricos y que debía ir creciendo la proporción hasta que en el 2005 llegase al 10 por ciento. Las compañías petroleras y automotrices le hicieron la guerra hasta obligar a un cambio en el alcance de la medida.  ¿Por qué el Congreso norteamericano no inicia también una investigación en esa dirección para determinar responsabilidades en el alto consumo de ese país y su impacto en los precios internacionales?

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