¡Auxilio!

¡Auxilio!

En medio de una crisis económica como la que azota al país, la naturaleza se ha empeñado en golpearnos de distintas maneras.

La Nación ha sufrido cuantiosos daños, especialmente en pérdidas de vidas, y ha provocado que se presenten, en distintas zonas geográficas, situaciones que complican las cosas.

Ahora tenemos que severas inundaciones afectan poblaciones cibaeñas debido a las crecientes de ríos. Cuando menos una persona perdió la vida y centenares han quedado sin hogares, cuando sus rústicas viviendas han quedado sepultadas o destruidas por las aguas.

En situaciones como estas, se necesidad que la sociedad toda, con el gobierno a la cabeza, acuda en auxilio de los damnificados.

Sabido es que en casos de tragedias, siempre aparecen quienes desean pescar en ríos revueltos, formulando exigencias desmesuradas y describiendo cuadros más tétricos de la cuenta. A esa gente poco o nada le importa que hayan sido precisamente ríos revueltos los causantes de los males.

Salud Pública tiene que encabezar la acción de socorro, sobre todo con una asistencia que garantice la eliminación de posibilidades de brotes epidémicos. Y junto a Salud Pública tienen que ir entidades oficiales y privadas que lleven socorro a quienes socorro necesitan.

Si algo tiene esta sociedad, pese a todos sus defectos, es la solidaridad que muestra en momento de dolor colectivo.

Hoy son poblaciones cibaeñas las que necesitan auxilio.

Vamos a darlo.

Ojo con Haití

Haití vive una situación anárquica, de desorden. Eso, muy pocas personas lo discuten.

A la gran pobreza del vecino país se une ahora una violencia preocupante, independientemente de la falta de instituciones en todos los órdenes.

Haití es un territorio intervenido por los Estados Unidos que logró vestir a sus tropas de Naciones Unidas y también obtuvo el concurso de naciones que han enviado sus soldados a hollar el convulso país que comparte el dominio de la isla con la República Dominicana.

Todos sabemos los problemas que se generan en la línea que divide las dos naciones, muy especialmente en momentos de crisis en Haití. Si en situaciones normales la entrada de haitianos sin documentación es algo problemático, ante situaciones anárquicas como las actuales ¿qué podemos esperar?

No constituye un secreto a voces que grande potencias entienden que República Dominicana debe ser el país que acoja a cuanto haitiano desee salir del suyo. Como tampoco es secreto que hay dominicanos que comparten esa posición y no la esconden.

Jamás hemos creído en la persecución de los haitianos por ser tales. Pero tampoco hemos favorecido una corriente migratoria, de Haití hacia acá, en forma descontrolada, desordenada. República Dominicana es un país cargado de dificultades, especialmente en el orden social y económico. ¿Cómo podemos, entonces, resolver los ancestrales problemas que sufre Haití y que no han resuelto los depredadores del vecino territorio, comenzando por Estados Unidos y Francia?

Auxiliemos a los haitianos en cuanto esté a nuestro alcance. Pero primero cuidamos la República Dominicana.

La situación no es para jugar ni para hacer demagogia.

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