¿Avance o retranca?

¿Avance o retranca?

PEDRO GIL ITURBIDES
Una de las disposiciones que se anunciarán esta semana para disminuir el consumo de combustible, se relaciona con el tránsito vehicular. Se espera que al agilizar el paso de los vehículos, se evitará el gasto que se produce en los a veces prolongados períodos que resultan del estancamiento del tránsito en las calles. Por supuesto, conviene que se espere a hacer el anuncio para evaluar las medidas, o, por estimación, los probables efectos de éstas.

Entre tanto, deseamos exponer algunas observaciones que tal vez ayuden a visualizar el proyecto que anima a las autoridades. Cuando no son coordinados los mandos entre agentes de tránsito en las vías, las obstrucciones, además de kilométricas, son molestas. Y absurdas.

Verbigracia, en la calle Leopoldo Navarro, en la cuadra Este del Centro de Rehabilitación, difícilmente se formó nunca un entaponamiento. Hasta ahora. Recorran una de estas mañanas la calle referida y contemplarán, tan asombrados como nosotros, que la cola de vehículos llega hasta el edificio de la Hermandad de Veteranos. Decidí no bajar por esta calle en tanto se encuentre el servicio de agentes en la misma, pues por alguna dichosa coincidencia, únicamente cuando ellos ofrecen sus servicios, se produce la obstrucción.

En la avenida Tiradentes, en el tramo comprendido desde la Emilio Morel hasta la John F. Kennedy, surgen unos tapones matutinos que resultan inexplicables. Se producen lo mismo cuando falta coordinación en los semáforos comprendidos en el trayecto, que cuando hay agentes de tránsito. He observado con sufriente frecuencia, cómo se interfiere el desenvolvimiento del tránsito en la esquina con la San Martín. En efecto, a veces el agente en esta intersección impide el paso en la Tiradentes cuando se encuentra en verde para estos vehículos, el semáforo de la Kennedy.

El resultado, previsible para cualquiera, es que al ordenar el paso, ya marca rojo el de esta última esquina. Se agolpan entonces los vehículos, a los que posteriormente se suman los que doblan hacia el sur desde la San Martín. El lío no pueden resolverlo ni siquiera los agentes, sino que es preciso esperar su resolución paulatina, con pérdida de tiempo, y de combustible, de quienes han caído en este paso.

En la Federico Henríquez y Carvajal el dislate es diario en las horas pico. Tres veces al día, por tanto, quienes toman esta calle, antiguamente tranquila en el Gazcue de antaño, sufren las obstrucciones en la marcha de los vehículos. En la intersección con la 27 de Febrero hay semáforo. No lo hay, en cambio, hacia el sur, en la esquina a Francia. Más abajo, en el cruce con México y Pedro Henríquez Ureña, existen sendos aparatos reguladores. Pero a veces, un agente, que alcanza a ver un vehículo oficial de un funcionario importante que se conduce por la México, interrumpe la marcha de cuantos marchan en sentido norte/sur por la Federico Henríquez y Carvajal.

A partir de ese instante se pierde el control de la calle, y en lo adelante, hasta que no se reduce la circulación, los conductores deben guiar sus aparatos a paso de tortuga.

Podría poner muchos otros ejemplos, pero, para atizar la imaginación de cuantos se encuentran en el proceso de elaborar políticas de reducción de consumo a partir de la agilización del tránsito vehicular en las calles de Santo Domingo, éstos bastan.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas