Avances en el Autismo, una condición que puede mejorar

Avances en el Autismo, una condición que puede mejorar

Las investigaciones recientes han demostrado que muchos niños autistas pueden lograr el funcionamiento de una vida normal y otros pueden mejorar sustancialmente su calidad de vida, independencia, intercambio social y comunicación.

Autismo es el tercer síndrome más común en niños alrededor del mundo. Se estima que en uno de cada 500 niños, sin distinción de raza, color o nivel socioeconómico está afectado; hace 10 años era uno por cada 1000, lo que delata un elevado crecimiento.

Es un trastorno del desarrollo que persiste a lo largo de toda la vida. Este síndrome se hace evidente durante los primeros 30 meses de vida y da lugar a diferentes grados de alteración del lenguaje y la comunicación, de las competencias sociales y de la imaginación. Con frecuencia, estos síntomas se acompañan de comportamientos anormales, tales como actividades e intereses de carácter repetitivo y estereotipado, de movimientos de balanceo, y de obsesiones insólitas hacia ciertos objetos o acontecimientos.

El nivel de inteligencia y la gama de capacidades de las personas con autismo son muy variables aunque la inmensa mayoría (75 %) presentan una deficiencia mental asociada de diverso grado. En algunos casos, sin embargo, pueden ser normales en ciertos aspectos o incluso estar por encima de la media. Por otro lado, algunas personas pueden ser agresivas hacia sí mismas o hacia los demás.

Hay muy pocas personas con autismo que tengan capacidades suficientes para vivir con un grado importante de autonomía, y la mayoría requieren una gran ayuda durante toda la vida.

Más frecuente en niños
Los trastornos del espectro autista afectan, aproximadamente, a 1 de cada 1000 nacimientos y es mucho más frecuente en el sexo masculino que en el femenino, en una proporción de 4 a 1.

Grandes clasificaciones internacionales
Dentro de las últimas versiones de las dos clasificaciones internacionales de trastornos mentales más importantes (DSM-IV y ICD-10), el autismo está incluido dentro de la categoría de Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD) y se le denomina Trastorno Autista. Los TGD son, de alguna manera, la categoría que ha substituido en estos dos sistemas de clasificación al término psicosis infantil, que en el caso del DSM ya fue eliminado de la versión de 1980 (DSM-III), aduciéndose en aquel entonces que el concepto de psicosis infantil era poco operativo e inducía a la confusión y el error.

Según el DSM-IV (APA, 1994) los TGD se caracterizan por “una perturbación grave y generalizada de varias áreas del desarrollo: habilidades para la interacción social, habilidades para la comunicación o la presencia de comportamientos, intereses y actividades estereotipados. Las alteraciones cualitativas que definen estos trastornos son claramente impropias del nivel de desarrollo o edad mental del sujeto.” (op. cit. pág. 69). Aparte del autismo o Trastorno Autista, los TGD incluyen los siguientes trastornos:

•  Síndrome de Rett

•  Trastorno Desintegrativo de la Infancia

• Síndrome de Asperger

• Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado

En esta clasificación, se considera que las características fundamentales del autismo son: un desarrollo de la interacción social y de la comunicación claramente anormal o deficitaria, y un repertorio muy restringido de actividades e intereses.

Aparte de las definiciones de los síntomas primarios y asociados, de los datos epidemiológicos, o de los criterios para el diagnóstico diferencial, la importancia de la DSM-IV como herramienta para el diagnóstico del autismo estriba en la existencia de unos criterios relativamente operativos, que facilitan el acuerdo entre distintos observadores.

Criterios diagnósticos para trastorno autista

• Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada por al menos dos de las siguientes características:

• (a) alteración importante del uso de múltiples conductas no verbales como contacto ocular, expresión facial, posturas corporales y gestos reguladores de la interacción social.

• (b) Incapacidad para desarrollar relaciones con compañeros adecuadas al nivel de desarrollo.

• (c) Ausencia de la tendencia espontánea para compartir con otras personas disfrutes, intereses u objetivos (ej. no mostrar, traer o señalar objetos de interés).

• (d) Ausencia de reciprocidad social o emocional.

(2) alteración cualitativa de la comunicación manifestada al menos por una de las siguientes características:

• (a) retraso o ausencia total del desarrollo del lenguaje oral (no acompañado de intentos para compensarlo mediante modos alternativos de comunicación tales como gestos o mímica).

• (b) en sujetos con un habla adecuada, alteración importante de la capacidad para iniciar o mantener una conversación con otros.

• (c) Utilización estereotipada y repetitiva del lenguaje o lenguaje idiosincrático.

• (d) Ausencia de juego realista espontáneo, variado, o de juego imitativo social propio del nivel de desarrollo.

(3) patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y estereotipados manifestados por lo menos una de las siguientes características:

• (a) preocupación absorbente por uno o más patrones estereotipados y restrictivos de interés y que resulta anormal, sea en su intensidad, sea en su objetivo.

• (b) Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos, no funcionales.

• (c) Manierismos motores estereotipados y repetitivos (ej. aleteo o giro de las manos o los dedos, o movimientos complejos de todo el cuerpo);  (d) Preocupación persistente por partes de objetos;  Retraso o funcionamiento anormal en al menos una de las siguientes áreas, que aparece antes de los 3 años de edad: (1) interacción social, (2) lenguaje utilizado en la comunicación social, o (3) juego simbólico o imaginativo.

• C. El trastorno no se explica mejor por la presencia de un trastorno de Rett o de un trastorno desintegrativo infantil.

Del libro: El autismo: aspectos descriptivos y terapéuticos. F. Cuxart. Archidona. MÁLAGA. Aljibe. 2000

1.  Síntomas secundarios del autismo
Deficiencia mental; hiperactividad (infancia); hipoactividad (adolescencia y edad adulta); humor lábil; baja tolerancia a la frustración; crisis de agitación (con o sin causa aparente); impulsividad; autoagresividad; heteroagresividad (menos frecuente que la autoagresividad); respuestas paradójicas a los estímulos auditivos; alteraciones del sueño; trastornos de la alimentación (selectividad, pica);  Crisis epilépticas (20-25% de la población total).

La clave

Es el tratamiento
Hoy se considera probado que la causa del autismo es biológica y no una alteración psicogénica. Esta constatación ha permitido elaborar programas de atención individualizados y aplicar tratamientos farmacológicos que pueden mejorar ciertos síntomas, hecho que ha dado como resultado que el niño o adulto pueda desarrollar mejor sus potenciales. La conjunción de todos estos factores ha dado pie a una mejora importante de la calidad de vida de estas personas. Los servicios básicos dirigidos a los afectados deben cubrir sus necesidades desde el momento en que son diagnosticados y durante todo el ciclo vital, con servicios de apoyo familiar.

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