¿Avanzamos en educación?

¿Avanzamos en educación?

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El 27 de febrero próximo pasado, más que un discurso de presentación de las memorias del 2011 de los distintos ministerios y de los organismos descentralizados del Estado, el presidente Leonel Fernández Reyna expuso ante la Asamblea Nacional todo un recuento de los logros alcanzados por su gobierno. En su dilatada alocución, el mandatario puso de manifiesto sus afanes por transformar la nación dominicana en una sociedad próspera y solidaria; por reducir los niveles de pobreza; y por hacer posible el acceso de todos a una educación de calidad. Calificó como extraordinarios lo mucho que el país ha progresado durante los últimos siete años. También se refirió al crecimiento de nuestra economía dentro de un entorno internacional desfavorable, a la materialización de grandes proyectos de desarrollo, y a las construcciones de miles de viviendas de carácter social.

¿Cómo calificar el discurso del presidente Fernández? Esa pregunta está estrechamente relacionada con otras que el autor de estas líneas no deja de formularse sin encontrar respuestas adecuadas a las mismas: ¿Cómo eligió el presidente Fernández a sus ministros y a sus principales colaboradores? ¿Por su historial político, o por la probada capacidad profesional de éstos? Por ello, habremos de descargar en el presidente Fernández todo el crédito ante los logros de su gobierno, y toda la responsabilidad ante los desaciertos.

¿Disponemos hoy de un sistema de instrucción pública de más calidad que el que teníamos siete años atrás? Creemos que sí. Que el gobierno del presidente Fernández es el de mayores y significativos aportes a ese sector.

Asistimos a la ceremonia de apertura del año escolar 2004-2005 que tuvo lugar en la escuela profesor Juan Bosch del barrio La Puya del sector Arroyo Hondo. Allí, el presidente Leonel Fernández pronunció un discurso en donde reafirmó el compromiso de su gobierno con una educación de calidad para todos. En esa ocasión, refiriéndose al espinoso tema de las desigualdades de las oportunidades educativas existente aquí y en otros países de la América española, el mandatario peledeísta dijo más o menos lo siguiente: Una de las metas que nos proponemos en el transcurso de estos cuatro años en materia educativa es que la educación pública pueda tener los mismos niveles de calidad de los mejores colegios privados de la República Dominicana ¿Qué sucede hoy, siete años después de que el presidente Fernández se mostrara tan optimista al respecto? Que a pesar de los esfuerzos desplegados, las oportunidades de acceso a una educación de calidad continúan repartiéndose de manera muy desigual. Sucede que la inversión anual por alumno en los mejores colegios privados del país ronda entre los cinco y siete mil dólares, en tanto que en las escuelas públicas es de menos de 200 dólares. Como la gran mayoría de los niños, niñas y adolescentes de este país cursan estudios en escuelas públicas, el hecho de las desigualdades de acceso a una educación de calidad se traduce en una gran injusticia de imprevisibles y fatales consecuencias.

En el año 2005, el gobierno del presidente Fernández invirtió en educación un 2.3% del PBI, en tanto que el promedio de inversión de los gobiernos de los Estados latinoamericanos en ese sector era de 4.7% del PBI. El presupuesto de la cartera de educación ese año fue de sólo 10 mil 302 millones de pesos, 9 mil millones de pesos menos que lo establecido en la Ley General de Educación 66-97. Siete años más tarde, se observa que la recuperación ha sido lenta. ¿A cuánto deberá ascender la inversión en educación para hacer realidad el sueño del presidente Fernández de que todos y todas disfruten de las mismas oportunidades de acceso a una educación de calidad? El cálculo no lo tenemos a manos; pero, podemos asegurarles a nuestros lectores que es mucho más del tan demandado 4% del PBI.

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