La designación como “República del Ecuador” de la principal avenida del ensanche “General Antonio Duvergé” no fue, probablemente, una simple adjudicación del nombre de un país a una vía capitaleña. Muchos lo interpretan como un  tributo de consideración especial del expresidente Joaquín Balaguer, impulsor del bautizo, porque Ecuador fue uno de los países más admirados por él, por dos razones esenciales: su literatura y la figura de Eloy Alfaro. Pero además por su amor a Quito, donde vivió, y al que dedica uno de los más inspirados capítulos de sus “Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo”.

El escritor Miguel D. Mena afirma que por otro lado estaba la Patria  de clásicos como Juan Montalvo y sus obras básicas que siempre estuvieron en la cabecera del político dominicano: “Los capítulos que se le olvidaron a Cervantes” y “Las Catilinarias”.

En otro orden, añade, “frente al doctor Balaguer estaba la figura de Alfaro, tal vez el político más similar a él en cuanto a los manejos del poder, sus intrigas, sus técnicas para atravesar decenios y salir casi indemne”. Alfaro gobernó Ecuador en dos ocasiones: 1897-1901 y 1906-1911.