Avenidas SD son “plazas comerciales”
venden  perros, agua, musú, accesorios

Avenidas SD son “plazas comerciales”<BR>venden  perros, agua, musú, accesorios

POR FERNANDO QUIROZ
Germán Valdez, de 59 años, corrió de prisa con el cambio a rojo del semáforo. En su mano izquierda levantaba un paquete de botellas de agua en oferta a los conductores que detenían la marcha.

 Este es el día a día de Valdez, quien se desplaza hasta la céntrica avenida 27 de Febrero a esquina Winston Churchill, procedente de la empobrecida barriada La Ciénaga.

Prácticamente de todo se compra y  vende en un ambiente congestionado, plagado del monóxido de carbono que emiten los vehículos, pero sobre todo, donde los vendedores pisan un pavimento ardiente y el sol que les abraza quema sus cuerpos.

   Es como si dijéramos que las intersecciones de las principales avenidas de la capital se han convertido en “plazas comerciales”.  Hombres y mujeres, de diferentes edades, y de diversas procedencias, patrullan las vías, y mercancías en manos, hacen todo tipo de señas para llamar la atención de los conductores.

“Yo tengo el cargador de ese celular”, es una de las expresiones más comunes de los vendedores en las calles.

En las calles  ya ofertan hasta lo que no se espera.  En la avenida Abraham Lincoln a esquina 27 de Febrero, un señor de unos 40 años vende un   perro que afirma es  de la raza Chihuahua  y que lleva en brazos. Pide que los choferes  bajen los cristales para que aprecien el cachorro.

   En la avenida Winston Churchill casi esquina Charles Summer son expertos vendiendo auyamas, aguacates, mangos, guayabas, chinolas, níspero, manzanas de oro.

  En avenidas como la John Kennedy, José Núñez de Cáceres, Independencia y Ortega y Gasset los vendedores ambulantes ofertan, principalmente, tarjetas prepagadas de teléfonos, cargadores y protectores de celulares. También, arcanfol para ambiental interiores de vehículos, musú para estregarse durante el baño, lentes protectores de sol, tapa sol para vehículos, limpia-vidrios y forros de guías de autos.  

Aunque son ventas populares, parecen regirse por las estrategias de mercadeo. Hace unas semanas, a propósito del estreno de la película “Spiderman” (El hombre araña), los vendedores llenaron las esquinas de muñecos inflables con esta imagen. De inicio pedían RD$150 por el producto, pero su última oferta descendía de los RD$80.

Precisamente, una de las discusiones principales entre vendedores y conductores se da por el precio que de entrada se les colocan a los productos, pues los sobrevaloran en más de un 300%.  Otras situaciones  incómodas se    producen por el asedio de los vendedores por encima de los cristales de los vehículos.

 En un día de lluvias, el sentido común impulsa a los vendedores a ofertar sombrillas. Toman una como muestra y se protegen del agua, y las demás las tienen en venta.  

Entre las cosas más demandas figuran las tarjetas prepagadas para llamadas telefónicas y las botellas de agua, por el intenso  calor que se registra en estos días. Víctor Jiménez vive en Villa Mella. Tiene dos años vendiendo tarjetas de teléfonos en la 27 de Febrero con Churchill. Los  “buenos días”, como él les llama, logra vender hasta RD$5,000, aunque aclara que sus ganancias sólo les alcanzan para comer. “Tengo tarjetas Claro, Orange, Centenial, Tricom, en todos los precios”, expresó. El señor Valdez vende las botellas de agua a RD$10. En algunos días logra vender hasta 40 unidades. Desde Los Alcarrizos ayuda a diversificar la venta Santiago Checo, de 43 años. En ríos de Manoguayabo y de La Cuaba consigue musú, los cuales blanquea con detergente y vende a tres por RD$40 en el centro de la ciudad. Son muy solicitados, y a veces llega a vender 50 unidades por día.  

Lentes protectores de sol, imitaciones de reconocidas marcas, son ofertados también en las calles a menos de RD$200. Un joven, quien dijo vivir en Haina, oferta varios modelos con enmarcados en blanco o negro.En cuanto a los accesorios de vehículos, Nelvin Adames, de 20 años, vende forros para guías. Dijo que los vende a RD$150. Por día, indicó, las ventas no superan las cinco unidades.

El joven Juan  Figueroa viene a la capital desde Villa Altagracia a vender semillas de cajuil. Las compra cruda y luego las fríe, echa sal y empaca en bolsitas plásticas. Las vende a RD$20 y RD$50, dependiendo del tamaño. Algunos días vende hasta RD$1,000.

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