¡Ay, la salud!

<p>¡Ay, la salud!</p>

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
El negocio de la medicina oculta el rostro siniestro de quienes se prestan a cualquier diablura con tal de engrosar su fortuna. Aunque los médicos y el personal auxiliar son los mismos en el servicio público y en el privado, las quejas llueven cuando el establecimiento donde acude el enfermo es del Estado. Del mal servicio y negocio a costa del enfermo no están exonerados muchos centros privados. Aquí se hace todo tipo de negocio sucio con los bienes estatales y con la salud pública. La compra de equipos y medicinas nunca ha sido regulada de manera seria, ni mucho menos ha sido controlado efectivamente el uso de los equipos y la distribución de los medicamentos.

La falta de institucionalidad y el descontrol y las complicidades son tales que, sin que se produzcan sanciones, aumentan las quejas de sustracción y desaparición de instrumentos de los hospitales, así como el no uso de otros equipos o robarse una u otra pieza de equipos sofisticados para sacarlos de servicio y referir los enfermos a centros privados que cobran un ojo de la cara por el mismo procedimiento.

Hay, pues, una complicidad descarada entre médicos sin escrúpulos, funcionarios de hospitales y de la Secretaría de Salud Pública, vendedores de equipos y medicamentos y los gobiernos que saben lo que ocurre y se hacen los locos y no investigan, y si investigan no sancionan.

En el gobierno del doctor Salvador Jorge Blanco se inició la compra por Salud Pública de medicamentos genéricos que tienen las mismas propiedades que sus iguales con marcas de fábrica, con una gran diferencia: los genéricos cuestan muchísimo menos.

Acudí a una farmacia del Alto Manhattan en busca de un medicamento para lubricar los ojos, conocía el nombre comercial de uno y pedí hablar con el farmacéutico. Vino una joven de rostro achinado y respondió a mi pregunta ofreciéndome un medicamento genérico cuyo efecto era igual pero al ser genérico costó un 75 por ciento menos.

El dinero que mueven los vendedores de medicinas es tal que la mayoría de los médicos en nuestro país difícilmente indica un medicamento genérico. Se dejan encantar por la propaganda de los medicamentos de marca

Los genéricos no son negocio para los importadores de fármacos, para los dueños de farmacias, ni para los médicos pero sí pueden y deben ser una solución para el alto costo de las medicinas que afecta a miles de dominicanos que necesitan medicación permanente para tratamientos del corazón, diabetes y otras enfermedades.

El alto precio de los medicamentos, el costo de los tratamientos médicos, las facturas de cobro por un internamiento, son causas de muerte de las cuales no hay estadísticas, ni se computan.

Hay quienes sostienen que con los millones de pesos que se esfuman entre la compra de medicamentos, las comisiones y lo que se embolsillan funcionarios, no habría que aumentar el presupuesto de la Secretaría de Salud Pública.

Ahora que se denuncia una nueva ola de muertes por dengue, sería oportuno que el Contralor de la República, la Cámara de Cuentas y el Departamento de Prevención de la Corrupción indaguen a qué sobreprecio se compraron los medicamentos para combatir la enfermedad.

No tengo la sospecha de algunos médicos que me dijeron que en ocasiones hay autoridades que, conociendo que hay un brote de alguna enfermedad maligna, dejan que la misma tome cuerpo y se extienda porque aquí la comisión será mayor al comprar cantidades superiores.

Y que la investigación se realice sobre todas las compras de Salud Pública, en ésta y en las gestiones de los últimos diez años.

Publicaciones Relacionadas