Ayer profecías, hoy realidades

Ayer profecías, hoy realidades

Del delirio de una mente fantasiosa, hasta el hallazgo genial, a veces el trayecto es efímero. Los diez dispositivos recogidos aquí eran meros sueños hace unos años; ahora, su utilización es corriente. 

En un cruce de ideas con un apreciado amigo comunicador del automóvil,  me manifestó que vislumbraba el futuro del automóvil como vehículos voladores. Personalmente no pienso que esto será lo que nos espera, pero pudiera ocurrir que las futuras vías sean en el aire, o lo contrario, que circulen por galerías subterráneas. El peligro de las adivinanzas es que pueden desacertar o ser realidades a medias.

Al igual que muchos pseudos realistas tomaron las fantasías de Julio Verne como delirios de una mente extravagante, los 10 avances que les describo en esta página, que son ya instrumentos corriente en nuestros autos, podían calificarse de locuras, o por lo menos de extravagancias solo hace pocos años atrás.

¿Qué hubiera dicho hace diez años un poco interesado usuario en materia tecnológica que un auto avisara al conductor de que ha sobrepasado las rayas que delimitan su carril mediante una vibración en el asiento? Seguramente hubiera pensado en cosas de locos. Pero el invento es hoy una realidad. Lo estrenó a finales de 2004 un renovado Citroën C5.

La situación extrema en que este sistema demuestra su eficacia es aquella en la que el auto pisa el borde de las rayas. Si el conductor se ha distraído, el mecanismo puede salvarle la vida. El buen funcionamiento del ingenio de Citroën depende, en cualquier caso, de que las rayas de la carretera sea pintada y bien definida.

Como sea, la seguridad es el denominador común de la mayoría de los artificios aquí reseñados, otros se orientan a proporcionar confort, y algunos combinan ambas finalidades. Uno de estos accesorios que combinan la comodidad y seguridad es el control mediante voz de ciertas funciones del automóvil, que tiene de comodidad el hecho de no tener que moverse -para encender la radio, por ejemplo- y de seguridad, que no hace falta desviar la vista de la carretera.

Numerosos modelos equipan de serie u ofrecen como opción instrumentos que combinan comodidad, seguridad. Se trata de los reguladores y los limitadores de velocidad. Los primeros mantienen en toda circunstancia, a no ser que se pise el freno o el acelerador, una velocidad determinada por el conductor; los segundos impiden sobrepasar la velocidad establecida aunque el conductor acelere.

La marca checa Skoda ha sido el más decidido en su apuesta por el control de velocidad, que ha introducido en todos sus vehículos como equipo de serie. Chevrolet tomó la misma determinación con el navegador, que incorporó a su gama completa. Este dispositivo difícilmente puede considerarse un elemento de seguridad, pero desde luego le salva a uno la vida, en sentido figurado, al viajar con menos aprensión en ciudades poco conocidas.

Ver en la oscuridad es uno de los grandes anhelos del hombre, casi como volar. Lo más parecido a tener ojos de gato, que perforan las tinieblas, lo han inventado Cadillac, Mercedes y BMW con sus sistemas de visión nocturna. El del Mercedes Clase S se vale de dos fuentes de luz infrarroja que barren la carretera y una cámara que graba lo resultante para convertirlo en imágenes ante los ojos del conductor. Esto sigue pareciendo ciencia-ficción aun hoy en día… Lo mismo que el control de velocidad con radar del mismo vehículo, el cual es capaz de parar y arrancar por sí solo.

Una tecnología más modesta, pero también más extendida, son las luces -de xenón- direccionales, que pueden girar en el sentido de las curvas para alumbrar la zona a la que se mira. El medio más sencillo, y económico, de conseguir un objetivo similar no es un faro que gire sino una luz suplementaria, como la antiniebla, que se enciende al girar el volante equis grados o al poner el intermitente en un cruce.

En el campo de la seguridad, el 2005 ha visto la implantación progresiva del ABS en motos de gran cilindrada, los indicadores de presión inadecuada de los neumáticos, el control de estabilidad en todo tipo de vehículos (las siglas ESP empieza a sonar en todo el mundo) y el de descenso en los 4×4.

Control de potencia. En los BMW M5 y M6 se puede decidir con cuánta potencia se quiere contar (400 ó 507 caballos).

Más sofisticados resultan aún, pero por poco tiempo, los esquemas de suspensión con amortiguadores de dureza continuamente variable, y puede que no pase de minoritario el diferencial trasero con bloqueo controlado electrónicamente del Ferrari 430.

En efecto, la electrónica se ha adueñado de todo y, después de ultimar con la llave de contacto tradicional, ha puesto el punto de mira en el freno de mano. El Renault Laguna hace tiempo que prescinde de él, y el VW Passat lo ha sustituido por uno de tipo electromecánico que se activa pulsando un botón y sirve incluso como freno de emergencia. El Audi A8 dispone de freno de estacionamiento electrónico.

La eliminación del freno de mano clásico libera mucho espacio en la consola central y otorga a los diseñadores un margen muy apetecible para desplegar su creatividad. La electrónica ha hecho posible también que los BMW M5 y M6 puedan transformarse de lindos gatitos en tigres feroces con sólo pulsar la tecla mágica M, equivalente al botón Sport del Porsche Cayman.

La puerta corredera, reina de la funcionalidad en lugares estrechos, se ha extendido de los monovolúmenes grandes a los medianos (Mazda 5) e incluso al innovador utilitario 1007 de Peugeot.

¿Un motor turbodiesel de cuatro cilindros, 177 caballos y, además, ecológico? Habría sido tildado de extravagancia hacia solo algunos años, pero la japonesa Toyota lo ha hecho una esplendorosa realidad en el año recién concluido.

Aparte de las mecánicas híbridas, en avance imparable, otras muchas tecnologías están ahora mismo en pleno desarrollo. Ya han tenido su Julio Verne que las imaginó y ahora esperen el veredicto del tiempo.

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