Ayer y mañana

Ayer y mañana

Desde el mismo momento de la concepción se abre el ciclo vital de la persona que solo viene a cerrarse con el fallecimiento del individuo.

Como podrá notarse estamos frente a un proceso existencial que guarda muchas similitudes con el  reino vegetal y demás especies del mundo animal. Sin embargo, la raza humana muestra rasgos distintivos bastante peculiares que le han permitido avances imposibles de lograr en el resto.

La capacidad de almacenar y procesar información, ensayar, experimentar y crear nuevos valores hacen del Homo sapiens una inconmensurable potencia antropocéntrica. ¿Qué nos torna tan fuertes? El don del pensamiento, la consciencia de nuestra misión, visión de horizonte; la programación de metas a lograr, su ejecución y el monitoreo de los resultados. Paradójicamente abundan los congéneres para quienes el vivir es simplemente una monótona rutina, cada veinticuatro horas que marca el reloj les lucen similares o muy parecidas.

De los cerca de diez millones de sujetos que habitan los cuarenta y ocho mil setecientos treinta kilómetros cuadrados del territorio dominicano solamente una minoría tiene una clara definición de lo que significa un proyecto de nación. Para convertir esta fracción en mayoría se necesita ampliar la formación y calidad educativa de los ciudadanos, inculcándoles una serie de valores culturales, sociales, económicos y políticos  que les hagan coincidir en las acciones que tiendan a un crecimiento general sano, con equidad y bienestar para todos. La enorme brecha social que separa a los estratos que componen el país crean una heterogeneidad de comportamiento semejante a la de un antiguo manicomio, o quizás similar al poliglotismo de los que construían la torre bíblica de Babel.

Hablamos, pero no nos entendemos, nadie puede negar que hay unos pocos que viven muy bien, en tanto que hay otros tantos que vegetan en condiciones muy deplorables. El ambiente que se respira no es de armonía ni de felicidad colectiva. Para colmo, hay gente apostando al fracaso de la administración del Estado.

Estos incautos sueñan con un mar revuelto de dónde extraer su quimérica ganancia de pescadores. Ignoran que a mediano y largo plazo un mal gobierno implica dolor y sacrificio para el grueso de la población. Si fallan los planes educativos se eternizarán los bolsones de analfabetismo, se hará ineficiente la promoción de salud y prevención de enfermedades, habrá reducción de la mano de obra calificada para el trabajo, reduciéndose así de manera sustancial el total de bienes y servicios que debería generar la nación.

¿Para qué nos sirve el ayer? Para conocer el devenir histórico nacional, los aciertos y errores del pasado, pudiendo así utilizar la experiencia acumulada y reencausar el sendero acorde con los tiempos actuales. ¿De qué nos vale el mañana? El futuro nos llena de fe, nos da motivaciones para emprender nuevos y mejores proyectos que garanticen la supervivencia y felicidad de las venideras generaciones. ¿Y del hoy qué? Aquí y ahora es la realidad presente, la vida misma, sin la cual no habría ayer ni mañana.

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