Ayuda más allá de la emergencia

Ayuda más allá de la emergencia

Los torrenciales aguaceros de estos días han provocado cuantiosos daños y pérdidas en prácticamente todo el territorio nacional. Las autoridades han actuado oportunamente, disponiendo acciones preventivas y alertas para disminuir los riesgos de daños humanos. Han evacuado centenares de familias en zonas que han resultado aisladas por las inundaciones. Las labores de los equipos de socorro han sido de la envergadura que las circunstancias aconsejan.

Ahora hay que planificar la forma de mitigar los efectos destructivos de las lluvias en plantaciones agrícolas y ganadería. La mitigación de desastres involucra de manera especial la atenuación de los efectos dañinos causados por percances naturales como los que nos afectan en la actualidad. En zonas del país como el Bajo Yuna, las pérdidas agrícolas han sido enormes. Hay enormes plantaciones de arroz bajo las aguas.

El auxilio tiene que ir más allá de la coyuntura actual de lluvias e inundaciones. La preservación de vidas humanas es el punto de partida, la máxima prioridad. La cuantificación de daños y pérdidas debe hacerse tan pronto como lo permitan las condiciones, para poner  en marcha un plan de asistencia técnica y financiera para los productores más afectados y endeudados. Eso es parte de la mitigación de desastres.

 

Conflictos lamentables

Las fricciones entre países con frontera común tienen  un componente de gran mortificación para los pueblos que viven del intercambio transfronterizo. En el caso de Venezuela y Colombia, cuyas relaciones diplomáticas han sido interrumpidas por decisión de la parte venezolana, las comunidades a ambos lados de la franja divisoria deben estar en estos momentos consternadas por los posibles perjuicios que sufrirán si el diferendo obstaculiza el intercambio comercial.

Son conflictos de alto costo social que deben ser evitados. Las causas que los motivan, independientemente de quién tenga la razón, deben ser despejadas a través de los medios previstos por las normas internacionales de coexistencia armoniosa. La quiebra de relaciones diplomáticas debería ser un recurso extremo, una última alternativa derivada del fracaso de los mecanismos de solución de fricciones por asuntos de soberanía.

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