¿Ayudar o enseñar?

¿Ayudar o enseñar?

En estos días me encontré con un video que muestra cómo una madre osa enseña a su cría en una situación de peligro. El pequeñín cayó al agua y aunque intentaba salir no lograba su objetivo. La madre se dio cuenta que su vástago estaba en peligro y se lanzó al agua. Nadó hasta él y se colocó detrás… sin tocarlo ni ayudarlo. El jovencito dejó de chapotear con rapidez y comenzó a buscar donde apoyar sus garras.
Si quiere ver el video lo encuentra en mi muro de Facebook.
Para muchos la madre hizo lo correcto. Pero no todos vieron la forma en que ella actuó. Una mamá humana posiblemente lo sacaba del agua. Con el poder del habla muchas le intimidarían a altos decibeles para que no volviera a exponerse al peligro.
Lo que pude ver de la osa fue su forma de enseñar. Simplemente actuó rápido para quitarle el temor a su hijo, pero sin quitarle su proceso de aprendizaje. Se colocó por detrás de él dándole tranquilidad y lo dejó hacer su camino… si le volvía a pasar y ella no se daba cuenta, él tendría que encontrar la forma de salir, la ya aprendida. No era cuestión de no volver a entrar al agua, lo importante era aprender a salir.
Muchos padres tendemos a quitarle temor a nuestros hijos, pero por la vía de eliminarles el proceso de aprendizaje o quitándoles el peligro de su camino. ¿Aprenderán algo? Sí, la mayoría aprende a que no debe dar pasos diferentes; otros, a que sus padres siempre les sacarán de los problemas.
Cuando aprendemos a no dar pasos diferentes no logramos aprender. Solo sabemos lo que nos enseñan. Vivimos temerosos. Hasta nuestra autovaloración sufre. Buscamos una zona de confort, en una nacimos y nos criamos.
Los que aprenden a que sus padres los saquen de los problemas tienden a ser irresponsables e inmaduros. Por naturaleza son arriesgados, pero no aprenden a medir el peligro, al final saben que sus padres entrarán al agua a sacarlos. ¿Que les hablarán fuerte? No les importa, terminan acostumbrándose.
Hay mucho que aprender de esa osa y de tantos animales. Debemos observar y ver la mejor forma de preparar a nuestros hijos o colaboradores, como muestro en mi libro “Migomismo II”. Podemos ser sus guías, sus mejores maestros. ¿Te atreves ahora a observar a alguien aprender sin sacarlo del agua de inmediato?

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