Ayudar sin humillaciones

<STRONG>Ayudar sin humillaciones</STRONG>

Ayudar sin humillaciones
El subsidio estatal  (Solidaridad)  a  familias sin  recursos para motivarlas a que envíen  sus niños a la escuela, y el programa de desayuno escolar, constituyen instrumentos adecuados al propósito de romper el círculo de la pobreza que genera pobreza.

Cabe a administraciones peledeístas el mérito de iniciar la sustitución  de los repartos del tipo “garata con puños” que arremolinan a gente en las calles en un plano de genuflexión a cambio de un poco de comida, o juguetes, o electrodomésticos; porque  las camionadas de vergonzosas dádivas se han diversificado y proliferaron en el reciente torneo electoral.

A la nueva y correcta política de invertir en la gente se sumó intempestiva,  expansiva y grotesca la tradicional  forma de manipular  a las personas con regalos.

 

Aspecto del  negativo clientelismo que algunos  políticos lograron que continuara sin restricciones. Ahora, cargados de atrasadas buenas intenciones, prometen remediar el vacío legal  en corto plazo.

Reconocimiento de que la inequidad jugó un papel. Movilizar personas  que sufren exclusión, que se ha fracasado en integrar a una vida digna,  para que  acudan  a  permanecer bajo el sol pugnando por algo material y efímero, compitiendo a brazos partidos con otras personas de su misma pobreza, debería pasar a la historia.

En ocasiones la integridad  de esa gente colocada en condición de pedigüeña, corre riesgo  de  daños físicos además de morales.

Suministro que no debería fallar
Al comienzo de cada año escolar se escuchaba la rígida directriz  del Ministerio de Educación para que los directores de diferentes planteles públicos no exijan contribuciones a los padres que acuden a inscribir a sus hijos.

Pero con frecuencia se comprueba que tales cobros están motivados en una carencia total  de los útiles imprescindibles para impartir docencia. Se les dejaba a manos peladas y luego se les  quería exigir que no recaben la colaboración de muchos padres  que aun siendo pobres podrían estar en disposición de agregar otro sacrificio a su vida aportando a los planteles a que acuden sus hijos. 

Se percibe que las autoridades educativas han comenzado a ponerse al día y que por esta vez, su recta oposición a los cobros está respaldada por una entrega cuantiosa de dinero para que las escuelas superen sus precariedades.

Y que conste: el desabastecimiento ocurría por fallas injustificadas en la ejecución presupuestal.

 

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