Todos coinciden que el licenciado Luis Rodolfo Abinader Corona está revestido de la mayor sinceridad y las mejores intenciones de ejercer un gobierno transparente y eficiente. Entienden que desarrolla sus funciones con demasiado ahínco y entusiasmo, empleando una gran carga intelectual y física.

Le han aconsejado unas merecidas pausas. Camp Davis no es un lujo presidencial. El presidente necesita el aporte de su gabinete para aligerar su pesada responsabilidad.

En el resonado caso del Fideicomiso de Punta Catalina pocos voceros oficiales salieron a defender las validas razones expuestas por el primer mandatario. Máxime cuando personeros políticos resentidos sociales mienten Así mismo, el gabinete agropecuario no debe esperar que el presidente Abinader encabece una rueda de prensa para informar de sus iniciativas.

Lo correcto es evitar ruidos insensatos, cancelando agrónomos, que luego el propio presidente pensiona. Al presidente hay que ayudarlo.