“¡La vida es una tómbola… tómbola…. tómbola… de luz y de colores… de luz y de colores…! decían las letras de una canción juvenil de hace cinco décadas…”, murmura para sí mismo, Píndaro…
“Hoy esa tómbola, que no era más que la proyección de remolonas experiencias y reflejos de esa generación, se mira con ojeriza porque se teme enfrentar realidades. Vivimos la cultura del facilismo y, cuando el espejo nos refleja, la reacción natural es cargar el dado al Silibín..”.
“Y… ¿Qué caray es el Silibín?” –se pregunta Píndaro-… Y, de inmediato, se responde: “Es un escape a la conciencia y al grado de responsabilidad que siempre nos debe caracterizar… Hoy, parte de la nueva generación que ha tenido la suerte de prepararse académicamente y que tiene el apoyo de algún progenitor, se ha dado a la tarea de trepar por escaleras de sus vidas saltando escalones y, a veces, sin agarrarse a la baranda… No quema etapas, como debería ser…
“Cuando das el brinco saltandode un solo golpe varios escenarios de la vida, la presión al tocar el piso es más dura y curvera, que cuando vas de uno en uno… dando un saltito y te vas apoyando –firmemente- sobre la plataforma de cada uno de tus pies… entonces, la caída es casi imperceptible…”.
“Sin darnos cuenta, no calculamos los riesgos porque ‘así todo es más fácil’ –pensamos- y llegamos más rápido a lo que queremos… Cuando consigues lo que soñabas… ¡Sorpresa! Te rompes el Silibín!… Y… ¡duele como el caray!… Y eso, que esta situación se da en los que suponen estar apoyados en sus aventuras… ¿Y, qué pasa con aquellos que sólo escuchan la música urbana?
“La vida de parte de esta nueva generación, ha sido cogido de pendeja… –elucubra Píndaro-… Le han inyectado falsas esperanzas políticas y sociales… Las escuelas, se preocupan más por ganar más a costa de los padres de sus alumnos… Algunos clubes, no orientan a sus socios en base a planes de buena convivencia sino que promueven convivencia para que se hagan planes… Innúmeros núcleos familiares, dedican su poco tiempo en comunidad a no comunicarse, dando más importancia al chateo que al conversar… Un sector de jóvenes, reciben influencia de una moda de pantalones ‘de correa baja’ que no les permite siquiera el caminar… influencias, que enseñan más las nalgas que a pensar… Muchos políticos, creen que con sus caras de sonrisas frizadas por el photoshop en sus campañas, van a llevarse el mundo por delante, cuando ya han empezado a ensuciar las paredes de los elevados recién remozados por el Ministerio Oficial de turno, promoviendo campañas a destiempo con cuartos que no son de ellos, sino nuestros… ”.
“Los pueblos tienen lo que se merecen, dice una histórica frase… ¡Yo no estoy de acuerdo, aunque me rompa el Silibín!… ¿Por qué? –exclama Píndaro-… Porque no nos merecemos lo que tenemos… Porque, aunque usted no lo crea, no nos hemos ganado lo que nos teníamos que ganar: Valorar que ‘la vida’ es la esencia de lo humano y que, si jugamos siempre con ella, es poco lo que nos queda sino tropezar…”.
“¡Hagamos las cosas con decisión y firmeza! –sentencia Píndaro-… Pero, pensemos en cobrarle sus hechos a aquellos que nos engañan cada día con falsas propuestas… Y, al mismo tiempo… dejémosles saber cuando meten la pata para que no lo vuelvan a hacer… Y…¿Cómo se hace eso?… Penalizándoles… Se darán cuenta cuánto duele cuando se promueve que una generación tenga que gritar: Ayyy…¡Me rompí el Silibín!”.