Las tareas escolares siempre son pesadas, provocan críticas al maestro que ordena su ejecución. Descalifican a la maestra que altera, con su mandato, el regocijo de un asueto. Y si se trata de leer una novela y luego comentarla, peor. Pero a Maritza no le importa, los retos determinan su quehacer y si un centro educativo como Babeque se lo permite, no hay excusas. La Secundaria Babeque, fundada en el 1975, permanece como uno de los centros educativos más prestigiosos de la capital. Tal y como consta en su manifiesto fundacional pretende formar estudiantes con liderazgo, autonomía y pensamiento reflexivo, crítico y creativo. Ahí ha estado, como docente, desde el año 2005, Maritza Álvarez. Es la responsable de impartir Lengua Española en el segundo de bachillerato. Leer “Volver al Frío”, una de las novelas de mi autoría, fue el trabajo asignado a sus estudiantes. La encomienda motivó un encuentro con su alumnado. La convocatoria exultante. Revive trayectos legendarios y continuos, como aquellos recorridos con las integrantes del Círculo de Mujeres Poetas, las conversaciones que organizaba la desaparecida Asociación Nacional de Abogadas- ANA-; las visitas a cada municipio donde residiera un servidor judicial para compartir los principios del derecho procesal penal. Es volver a las clases en el colegio San José de Puerto Plata, en el Gorbea, en la UNPHU, UNIBE, INTEC. Rememorar los trayectos con Armando Almánzar, aula tras aula, para descubrir empeño, creatividad, en esa juventud que ocupa los salones de la Escuela Pública y de los Colegios. Es recordar el asombro de la muchachada provinciana durante aquellos convites organizados por Alejandro Arvelo y José Rafael Lantigua durante la celebración de la Feria Internacional del Libro.
La reunión, un privilegio. Escuchar la interpretación del texto, su recreación, fue conmovedor. Conversar con las personas que dentro de 10 años serán responsables del decurso del país, mujeres y hombres que detentarán poder, es desafiante. Sin alardes optimistas, luego de conocer detalles de la cotidianidad académica y de disfrutar las presentaciones, los dibujos basados en la novela y leer algunas de las reseñas del encuentro, escritas por los estudiantes, es preciso ratificar que la lectura entusiasma, a pesar de los resabios por la imposición. Algunos jamás abrirán un libro después de Volver al Frío, pero dos, quizás tres, iniciarán ese romance fascinante con las letras. El dilema contemporáneo es cómo incitar a la lectura. Leer o no leer, he ahí el problema. Fórmulas no existen. Maritza Álvarez tiene el aval suficiente para estimular el interés, la curiosidad por el libro. Puede y se lo ha propuesto. Su historia permite la esperanza, es tenaz. Ella decidió temprano iniciar su andadura. En su casa estaba presente el arte desde la modestia de un jardín bien cuidado. Cayenas, helechos, jengibrillos rodeaban las coloreadas paredes que resaltaban en el vecindario. Respeto se respiraba en el entorno familiar, paz. Militante de la verdad, preocupada por la injusticia. Así, día a día, entre telas, pinturas, acuarelas, lentes, libros, discos. Orgánica, antes de inventarse el estilo, caminante y trashumante por temporada. Ha sabido atravesar océanos, cruzar montañas, reposar también en la quietud de algún ignoto lugar. Su consigna es hacer, para transformar. Trabaja sin importarle el ruido, el choteo que impide, dificulta. Ese rechinar de dientes entre copas, tema para tertulia y romería ética. Artista comprometida sin aspavientos. Deambulaba por los barrios de la capital, repartiendo ejemplares de periódicos proscritos cuando la violencia del poder despedazaba sueños en cada esquina. 35 años hace desde su primera exposición y de su matrimonio con el arte, pacto tan firme como el convenio que pauta su permanente complicidad con Jimmy Hungría. Su labor social tiene una secuela encomiable. Dirige los talleres de arte para las personas internas, muchas abandonadas por sus familiares, en el Centro de Rehabilitación Psicosocial Padre Billini, desde que era el infierno situado en el kilómetro 28 de la autopista Duarte. Sin dudas, Babeque se merece a Maritza y Maritza tiene que estar en un Colegio como Babeque.