Baby Mejía

Baby Mejía

FIDELIO DESPRADEL
Era el mes de septiembre de 1960. Caracas, Venezuela. Me encontraba en el apartamento de Luis Aquiles Mejía, uno de los principales dirigentes del Movimiento de Liberación Dominicano (MLD). Habiendo viajado clandestinamente a Caracas, para acelerar el envío de armas al Frente Interno Dominicano, en la sala de Luis Aquiles estaba Baby Mejía, junto a Juan Miguel Román. Aquel momento fue el inicio de una relación política y de una amistad, que duró toda la vida.

Baby y un amplio grupo se habían asilado en la Embajada del Brasil. Habiendo viajado, como a dicho país, a Brasil, Baby ni siquiera llegó a Río de Janeiro. Desde el norte de Brasil emprendió, junto a otros dos exiliados, un largo viaje, lleno de peligros, a través de la selva amazónica y parte del territorio de Colombia, para arribar finalmente a Venezuela, una especie de Meca hacia donde nos  dirigíamos los exiliados del 14 de junio que estábamos en disposición de continuar la lucha armada contra Trujillo.

Nunca más se debilitó aquella incipiente amistad, que fue forjándose al calor de los incontables episodios de la vida de los revolucionarios de aquella generación política, forjada en el ejemplo de Manolo Tavárez y Minerva Mirabal.

Nos hermanaron tempranamente los planes de lucha armada contra Trujillo, pospuestos cuando un 30 de mayo de 1961 el tirano es ajusticiado y la lucha adquiere otros senderos.

Habiendo regresado entre los primeros exiliados, después de decapitada la tiranía, Baby desde la juventud del 14 de junio, y yo desde la secretaría de organización del Comité Central, hubimos de compartir las febriles actividades de aquellos años.

Enviado a Cuba para entrenamiento militar, Baby no estaba en el país al momento de la Insurrección de Noviembre de 1963. Pero tan sólo unos meses después, habiendo regresado clandestinamente, organiza, junto con Homero Hernández y Osvaldo Vásquez (El Chory), el Buró Militar del 14 de junio, espacio desde donde hombres y mujeres como Amaury Germán, Luis Parrish, Virgilio Perdomo, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), Ulises Cerón, Cristina Díaz, Teresa Espaillat y muchos otros jóvenes de aquella generación, desarrollaron su temprana militancia revolucionaria.

Esforzado y firme combatiente durante la Guerra de Abril, Baby fue encargado de formar y dirigir las famosas Unidades Móviles, esa versión popular de los modernos carros de asalto de los ejércitos convencionales, las cuales jugaron un papel de primer orden, tanto en el mantenimiento de la unidad y la combatividad durante los largos meses de la guerra, como en todos los desiguales combates librados durante la misma.

Baby se llenó de gloria al mando de aquellas legendarias unidades. Como combatiente y dirigente del 14 de junio, de cuyo Comité Central fue miembro desde el Primer Congreso de diciembre de 1962, Baby entabló una sólida relación con el coronel Caamaño y el grueso de los militares constitucionalistas.

Entrenado militarmente varias veces en Cuba y China, Baby mantuvo siempre la disciplina y la inclinación a ese recurso extremo de la lucha de todos los pueblos del mundo, como lo es la guerra revolucionaria.

En mayo de 1967, Baby y yo hubimos de compartir un nuevo intento de iniciar la lucha armada en el país, en las mismas lomas donde unos meses antes había sido asesinado Orlando Mazara. Acompañados en esa ocasión por Osiris Piña y tres campesinos de la tropa de Orlando Mazara, después de un mes en aquellas montañas, salvamos la vida por el apoyo de los campesinos y la presteza con la cual la organización reaccionó cuando los militares detectaron nuestra presencia en aquella zona emblemática, donde años después, habría de caer el coronel Caamaño y sus compañeros.

En estos momentos tan difíciles para nuestra Nación y su pueblo, sólo hay una forma de recordar y rendir homenaje a Baby Mejía: Luchar por los medios que estén a nuestro alcance por construir una propuesta política, para cambiar el rumbo del país.

A Baby, mi amigo y mi hermano de ideal de toda la vida, le sorprendió la muerte mientras ejercía un doloroso papel como padre. En efecto, estando en el despacho del Fiscal, doctor José Manuel Hernández, sostuvo una acalorada discusión con el doctor Gerinaldo Contreras, ayudante fiscal con asiento en el Plan Piloto de la Policía, a quien Baby le enrostró su falta de responsabilidad y de fidelidad con la verdad.

Habiendo sufrido una primera caída en el mismo despacho del Fiscal, Patricia Mejía Paredes, su hija menor, lo condujo a la emergencia de la clínica Abreu. Allí, después de muchas caídas y recaídas, horas después cerró los ojos para siempre ese combatiente de toda la vida que fue Baby Mejía.

A solicitud de Patricia, le hemos pedido una cita al señor Fiscal, doctor José Manuel Hernández, para el próximo viernes entregarle una carta contentiva de todo lo que Baby empezó a denunciar ante el fiscal del Distrito. Acompañaré a Patricia en esta visita, cumpliendo un deber con el amigo y hermano de ideal, y por solidaridad con el padre ejemplar que era Baby. Aprovecho este medio para decirles a mis amigos  Mario Alvarez Dugan (Cuchito) y Radhamés Gómez Pepín, directores de Hoy y El Nacional, respectivamente, que les entregaré sendas copias de dicha carta.

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