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SANTIAGO (AFP) .- La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, destituyó la noche del viernes a tres de sus ministros, incluido el jefe político de su gabinete, buscando dar un golpe de timón a su gobierno tras sucesivas crisis durante sus primeros cuatros meses de gestión.
Creo que era un cambio necesario. El gobierno perdió 20 puntos de popularidad en los últimos meses y ha sido incapaz de manejar la agenda política, señaló a la AFP el politólogo Patricio Navia, en alusión a varias encuestas de opinión.
La agenda la han puesto los estudiantes, la delincuencia, Argentina, las lluvias, afirmó Navia, quien enumeró los conflictos que enfrentó el gobierno de la primera mujer en la presidencia de Chile, que asumió el 11 de marzo.
La mandataria socialista removió al titular de Interior, el democratacristiano Andrés Zaldívar; al ministro de Educación y miembro de las mismas filas partidarias, Martín Zilic, y a la ministra de Economía, Ingrid Antonijevic, del Partido por la Democracia (PPD).
Los tres serán reemplazados por los democratacristianos Belisario Velasco en Interior, Yasna Provoste en Educación y Alejandro Ferreiro en Economía, cartera que, a diferencia de Hacienda, impulsa las políticas microeconómicas del gobierno.
Con los cambios, Bachelet rompió el equilibrio entre los partidos de la Concertación Democrática -en el poder tras la restauración de la democracia hace 16 años- al aumentar la representación demócrata cristiana pero mantuvo la estructura paritaria con 10 ministros y 10 ministras en el equipo.
El cambio de gabinete, aunque acotado a sólo tres ministros, constató un diagnóstico que ya era ampliamente compartido en el mundo político: que el gobierno, en los cuatro meses que lleva en el poder, no ha funcionado bien, estimó la nota editorial de este sábado del diario La Tercera.
El influyente diario El Mercurio coincidió y recalcó que la decisión de Bachelet demostró resolución, coraje e independencia porque no vaciló en hacerse cargo de la evidencia de que el equipo ministerial no marchaba satisfactoriamente (…). El ritmo y el rumbo gubernamental venían dados por hechos fuera de su control, señaló el matutino.
Casi recién asumido el mando, los estudiantes secundarios pusieron en jaque al gobierno con una multitudinaria paralización de actividades durante un mes entre mayo y junio, exigiendo una profunda reforma a la deficiente educación pública.
La movilización obligó al gobierno a realizar millonarias concesiones y a instalar una comisión ad hoc para implementar esa reforma que estaba fuera de su programa.
El ex ministro Zilic fue el más criticado en círculos políticos por las descoordinaciones de su cartera frente al conflicto.
Si uno tiene un poco de autocrítica puede darse cuenta de que puede hacer mejor las cosas, reconoció Zilic ante periodistas tras conocerse la noticia de su destitución.
La última encuesta difundida hace una semana por la consultora Adimark evidenció una profunda caída de la popularidad de la mandataria. Si en abril el respaldo ciudadano llegaba al 60%, la cifra de julio cayó al 44,2%.
Las causas de la caída se atribuyen al mal manejo del conflicto estudiantil y a una creciente sensación de inseguridad entre la población tras una ola de violentos asaltos y robos. Mientras la oposición derechista denuncia la inoperancia frente a la delincuencia, el gobierno acordó impulsar con urgencia una ley que crearía un ministerio de Seguridad Pública.
Los problemas para la presidenta no terminaron ahí: Argentina, único proveedor de gas natural a Chile, decidió aumentar el valor del fluido después de un acuerdo con Bolivia hace dos semanas, que también estableció un mayor precio para el gas que compra a ese país.
A Chile, que utiliza el hidrocarburo para producir un 47% de la energía que consume, no le quedó más remedio que acatar el anuncio.
Era un cambio necesario pero fue un poco insuficiente, opinó Navia. Debió haber ajustado otras piezas de su equipo que tampoco están trabajando bien, añadió.
