La decisión del Gobierno de reconocer como válidos los fraudulentos títulos de propiedad en Bahías de las Águilas, representa una abominable medida propiciadora del caos y el desorden institucional que han protagonizado personeros de los tres partidos mayoritarios del país en provecho propio y de allegados, lesionando el patrimonio nacional.
El pobre alegato de que se busca con esto contribuir al desarrollo de la región Sur del país, se queda corto ante la exuberante belleza de esta marginada zona poseedora de otros muchos lugares, sin conflictos legales, que debieran concitar igual atención del Ejecutivo para iniciar el esperado despegue turístico de esta deprimida región.
Ante la barbaridad que representa la decisión del presidente Danilo Medina y las implicaciones de la misma, irrespetando al Poder Judicial y favoreciendo a probados saqueadores de los bienes públicos, prefiero creer que el primer mandatario ha sido sorprendido en su buena fe.
El calificativo de valiente otorgado lisonjeramente al Presidente por legitimizar las espurias maniobras de un grupo de vándalos constituidos en asociación de malhechores para despojar al Estado de las codiciadas tierras de una de las zonas más hermosas del país, constituye una vergüenza.
Valiente hubiera sido, que el Estado, demostrando su pulcritud y voluntad política, accionara todas sus instancias a fin de que los tradicionales buitres, enquistados en los partidos, en las instituciones públicas y en el lavado, fueran derrotados en sus pretensiones de apropiarse de una parte tan importante del patrimonio público.
Confiamos en que la reunión sostenida por el Presidente con varios representantes de la prensa independiente, le arrojará luz y tomará la decisión que convenga a los mejores intereses del país.