Por MARIO MÉNDEZ
Aunque los consumidores perciben que el pago por impuesto a los combustibles ha aumentado, en realidad los ingresos producidos por este gravamen se han reducido en los últimos años como porcentaje de los ingresos totales y del Producto Interno Bruto (PIB).

Según cifras de la Unidad de Análisis Económico del Secretariado Técnico de la Presidencia, el mayor nivel alcanzado por los ingresos por concepto del impuesto a los combustibles se produjo en el año 1994, cuando representaron el 2.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

A partir de ese año, comenzaron a bajar hasta caer en 1.6 por ciento del PIB en el 1996, luego aumentaron hasta el 2.3 por ciento del PIB  en el 1994, para volver a iniciar una caída en picada que los hizo descender hasta 0.8 por ciento del PIB en el 2000.

Con la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, que sustituyó el mecanismo del diferencial del petróleo, volvieron a aumentar a 2.1% del PIB en el 2001, para luego descender hasta caer al 1.4% del PIB en el 2004 y mantenerse en 1.6 por ciento del PIB  en el 2006 y a en 1.7 en el primer trimestre del presente año.

Al parecido ha ocurrido si se hace una evaluación de los ingresos aportados por los impuestos a los combustibles como proporción de los ingresos tributarios, cuyo mayor nivel se produjo en el 198, de 15.5 por ciento, para iniciar una caída hasta el 5.4 por ciento de los ingresos tributarios en el 2000.

Luego, con la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, el aporte al fisco de los impuestos a los combustibles subieron a 13.1 por ciento, para descender a partir de entonces hasta caer en 9.3 por ciento en los primeros tres meses del presente año.