La gente lee las primeras páginas de los diarios en un quiosco en el centro de Lisboa. Standard & Poor’s degradó el martes a bono basura la deuda griega y los mercados temblaron. El mismo día bajó dos escalones el rating portugués hasta A, lo que sirvió para que todas los ojos apuntaran a Lisboa como la siguiente pieza del dominó en el que se juegan su sostenibilidad los países de la periferia de la zona euro.
Y ayer le tocó el turno a España, a la que Standard & Poors bajó un punto la nota de la deuda a largo plazo, de «AA+» a «AA», aunque la agencia aclaró que esta calificación dista mucho de la de Grecia.