Bajo dominio de la oscuridad

Bajo dominio de la oscuridad

El deficiente y costoso  servicio de suministro de energía eléctrica empeora de vez en cuando. Esta es una de esas veces. Como en otras oportunidades, son causas financieras y “atrasos” en embarques de combustible lo que obliga a sacar de servicio plantas generadoras y sumar déficit al de por sí insuficiente suministro. Aunque parezca exagerado, las causas técnicas son las  menos frecuentes entre las que provocan  interrupciones energéticas.

Tales ocurrencias no son más que el producto de no haber enfrentado con toda la fuerza necesaria la cultura del no pago. Por mucho tiempo se ha recurrido a exprimir el bolsillo de los usuarios buenapaga para compensar el déficit de ingresos provocado por los que no pagan por la energía que utilizan. Ha sido más fácil y recurrente cortarle el servicio por un atraso a uno que paga, que aplicarle la ley al que nunca paga.

Ahora hay capacidad instalada cuya generación nominal supera con mucho la demanda total de electricidad, pero nunca contamos a plenitud con ese potencial. Siempre hay un déficit de generación o de energía en línea atado a una motivación financiera por lo regular asociada a atrasos de pago a generadores. El caso es que el servicio vive saltando de mal a peor y parece que pasará mucho tiempo antes de que el brinco sea positivo.

Caamaño en el recuerdo

Un día como ayer, de 1973, fue ejecutado por fuerzas leales al régimen de turno, encabezado por Joaquín Balaguer, un hombre que llevó más allá de la revuelta de abril de 1965 sus ideales por el retorno a la constitucionalidad abolida por medio del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. Francisco Alberto Caamaño Deñó fue hombre de convicciones libertarias tan arraigadas que llegó por ellas hasta la inmolación, si se entiende por ésto los factores adversos que enfrentó su gesta.

Quienes le siguieron y admiran lo llevan en el recuerdo como un símbolo de que las causas nobles no reconocen fronteras existenciales. Quienes lo adversaron y combatieron, y hasta quienes le ejecutaron,  han debido sentir al menos remordimiento por haber estado del lado contrario a su causa. La nobleza de causa anida en los hombres que logran comprender que por la libertad de su pueblo bien vale la pena arriesgarlo todo. Caamaño fue de esos.

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