Bajo presión

Bajo presión

JOSÉ LOIS MALKUN
Cuando el presidente Mejía, por recomendación de varios sectores, retraso en una hora el horario invernal en el 2002, días después tuvo que rectificar esa decisión por los reclamos de otros sectores que se sentían afectados por la misma. Cuando el presidente Fernández implementó el plan de ahorros de combustible, reclamado por muchos sectores, al poco tiempo lo dejó sin efecto por las protestas de otros que alegaban que dicho plan no tenía ningún efecto positivo.

En ambos casos, estos cambios no se decidieron, ni antes ni después, sobre la base de un estudio técnico que midiera la conveniencia de su implementación. Se tomaron bajo presión y se quitaron bajo presión. Y así podemos mencionar muchísimo otros casos similares.

Ahora se implementa, bajo presión, un plan para controlar la delincuencia que ya levanta las protestas de muchos sectores. El plan, de seguro, surgió del recalentamiento que tuvo el tema en los últimos meses y que definitivamente colmó la paciencia de los ciudadanos. Pero como todos apuestan a que aquí nada dura y que todo se rectifica bajo presión, ya comienzan los comunicados, las protestas y las campañas mediáticas para que se modifique el plan, especialmente el horario de cierre de los locales que expenden bebidas alcohólicas.

Independientemente de si el plan es correcto y positivo o que por el contrario, sea un disparate, creo que el Gobierno tiene que hacer un esfuerzo por mantenerlo y no echar para atrás. Porque el daño que se le hace al país con eso de tomar decisiones hoy y dejarlas sin efecto mañana, es mucho peor que los aspectos negativos que tenga el propio plan.

En caso de que en un período de tiempo prudente el Gobierno entienda que los resultados del plan para combatir la delincuencia no han sido los esperados o que hay que cambiarle algo o introducirle nuevos elementos, entonces procede sustituir el plan vigente por otro modificado. Pero nunca dejarlo sin efecto o cambiarlo a los pocos días de su inicio.

Así debió hacerse con el ahorro de combustible. Si las medidas fueron insuficientes o no dieron los resultados esperados, cosa que no creo, entonces debió cambiarse el plan pero jamás dejarlo sin efecto. Y es que las decisiones se toman sin ninguna evaluación de sus resultados. Todo es bajo presión. Y el que más presiona o tiene fuerza para influir en el más alto nivel político, ese siempre logra sus propósitos y se sale con la suya. Con el Petróleo alcanzando los 80 dólares el barril, es un crimen no tener un plan de ahorro de combustible.

He escrito dos artículos sobre el tema de la seguridad ciudadana en este mismo espacio. En ambos he insistido en una sola cosa. Busquen asesoramiento internacional.

Aquí no hay capacidad para resolver eso, como tampoco la hay para hacer un plan que enfrente con seriedad y energía este grave problema, que está por convertirse en el peor dolor de cabeza de los dominicanos, si es que ya no lo es.

Pero en vez de seguir ese camino incuestionablemente necesario, se inventan un préstamo oneroso y vergonzoso para financiarle radios, armas y vehículos a la policía. Y después nadie aparece como responsable del proyecto, aun después de aprobarse en el Congreso. No se sorprendan cuando comiencen a llegar las armas y los equipos al país, ni se alarmen cuando le digan que nadie en el Gobierno autorizó esas compras.

Porque también hay mucha presión con estos financiamientos externos y mas cuando ya se engrasó a mucha gente para que el proyecto llegara donde está. Ojalá me sorprendieran y que el Presidente deje sin efecto y para siempre este engaño patentizado por gente de su propio entorno.

Veamos otros casos increíbles. Los planes del sector energético. Aquí son más geniales porque bajo la presión del Gobierno, que reacciona ante la presión de la opinión pública, se reúnen todos los actores de alto voltaje (generadores, distribuidores y trasmisores) y elaboran un plan, anunciándolo como la panacea para enfrentar el problema eléctrico. La gente se calma y como somos olvidadizos, empezamos a confiar en esta nueva y fecunda iniciativa.

Pero como todo es bajo presión, al poco tiempo usted lee que Edeste o Edesur tienen otro plan propio que nadie conocía y es el que se está implementando. Mientras que aquel plan original, anunciado con bombos y platillos, es parte de la historia. Mientras tanto, el Gobierno se puso al día con su deuda eléctrica bajo la presunción de que el plan iba a funcionar. Y cuando la deuda llegue de nuevo a niveles insostenibles y los apagones también, entonces veremos como la presión del público y de los generadores y distribuidores, alumbra otro gran plan.

Todo lo que se hace bajo presión pierde su esencia bajo presión. Porque estos planes carecen de fundamentos, no son serios o sostenibles, ni responden a una intención sana y transparente para resolver el problema.

Todo es para calmar a la opinión pública. Para adormecerla. Y solo cuando despiertan de su letargo y se dan cuenta del engaño, vuelven a protestar y a reclamar una acción del Gobierno. Entonces surge un nuevo plan con una dosis más fuerte de anfetamina.

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