Balaguer cercenó los nuevos liderazgos sin temor a las crisis ni a  las divisiones

Balaguer cercenó los nuevos liderazgos sin temor a las crisis ni a  las divisiones

Para las elecciones de 1994 Álvarez Bogaert entendía que él era el candidato idóneo, ante el progresivo deterioro de la salud de Balaguer, pero el ex mandatario dio riendas sueltas a sus aspiraciones.

POR LEONORA RAMÍREZ S.

Para las elecciones presidenciales de 1986, cuando el entonces gobernante Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pagaba el precio de sus errores políticos, en el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) no había dudas de que el ex-presidente Joaquín Balaguer era el candidato que capitalizaba las posibilidades de triunfo de esa organización.

Con un PRD dividido por las luchas entre los fenecidos José Francisco Peña Gómez y Jacobo Majluta, y una crisis económica que requirió el auxilio del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1984, el ex-mandatario fue seleccionado por aclamación como el candidato presidencial del PRSC, en una asamblea realizada el 16 de marzo de 1986.

Solo dos contrincantes tuvo en ese proceso: Julio César Castaños Espaillat, y Juan Arístides Taveras Guzmán, quien declinó de sus aspiraciones antes de que se llevase a cabo la citada asamblea.

Pero antes de su elección aparecieron voces disidentes como Castaños Espaillat, quien planteó que la postulación de Balaguer y de otros candidatos podría impugnarse por haberse hecho en fechas posteriores a las que establecían los estatutos del partido.

A esa posición se unió Víctor Gómez Bergés, que se perfilaba como uno de los sucesores de Balaguer, y quien argumentó en ese contexto que serían ilegales las convenciones porque el plazo para efectuarlas venció el 18 de enero del referido año.

En el acto de proclamación el líder reformista pronunció unas palabras que pretendían ser premonitorias, pero que el tiempo demostró que eran falsas, y que probablemente perseguían calmar las ansias de quienes esperaban un turno en su juego político.

“No podría constituir  una amenaza para nadie, no podría interferir en las aspiraciones, legítimas o no, de nadie, más allá de 1990”.

Un daño a la democracia

Gómez Bergés consideró que la selección de Balaguer era un irrespeto al país por sus condiciones de salud.

“Ningún país del mundo permitiría una cosa como esa, en el caso de que una candidatura como la de Balaguer resulte triunfante en los próximos comicios, podría significar un desastre para la democracia dominicana”.

Luego de su elección el PRSC efectuó otros comicios para escoger a los candidatos congresionales y municipales. Joaquín Balaguer participó en la mayoría de esas convenciones, y aprovechó para regar el país de promesas, de la vuelta al esplendor económico que aseguraba dejó en 1978.

Pero esos comicios internos estuvieron teñidos de sobornos, irregularidades, y la propia “dedocracia” de Balaguer, según las reseñas periodísticas que datan de la época.

LA AUTOCASTRACION DE LOS REFORMISTAS

Balaguer obtuvo el triunfo en 1986, y casi al término de ese mandato, en 1989, los aires reeleccionistas se hicieron más que evidentes, lo cual desató una crisis interna porque otra vez se quedaban a la espera las expectativas de la rama sucesoral del ex-presidente.

En esa coyuntura la figura de Fernando Álvarez Bogaert tomó ímpetu. Pero un pronunciamiento del ex-vicepresidente Carlos Goico Morales, del 10 de enero de 1989, demuestra, más que cualquier otra referencia, cuál sería el destino de los sucesores.

“Es muy difícil que Álvarez Bogaert derrote a Balaguer en una convención, porque los reformistas se han acostumbrado a la auto castración en beneficio de Balaguer, facilitando que su liderazgo se imponga”.

El 18 de enero de 1989, de cara a la asamblea reformista del 26 de ese mismo mes, Álvarez Bogaert advirtió que esa actividad estaría viciada porque se introduciría el tema de la elección del candidato a la presidencia.

Sin embargo, en esa asamblea Balaguer rechazó que se le postulase para representar al partido en los comicios de 1990, pero aceptó seguir presidiendo el partido.

Aprovechó la ocasión para plantear que en la organización no había tendencias “y las disidencias, si las han habido, quedan a partir de este momento olvidadas”.

Lo que nunca estuvo en el olvido fue su deseo de continuar al mando de la administración pública,  porque el 14 de febrero de 1990 anunció, desde el Hospital Central Metodista de Houston, Texas, que aceptaba la postulación presidencial siempre y cuando se le escoja en una asamblea “absolutamente libre y democrática”.

AL PIE DE UNA CRISIS

La decisión de Balaguer provocó una temporal división en el PRSC porque la facción de Fernando Álvarez Bogaert enfrentó a los reeleccionistas, realizó convenciones simultáneas para escoger a candidatos presidenciales, congresionales y municipales,  e impugnó la asamblea que proclamó a Balaguer como el candidato del partido reformista.

El 24 de febrero de 1990 alrededor de 1,752 delegados aclamaron a Balaguer como candidato, y el 25 de ese mes los seguidores de Álvarez Bogaert hicieron lo propio al designarlo  como su aspirante  a la presidencia, pero todo ese escarceo no pasó de una quimera.

Porque el 24 de abril del referido año el dirigente reformista informó que respaldaría al PRSC en los comicios de mayo, al constatar las encuestas que daban grandes ventajas a Juan Bosch, el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

UNA HISTORIA REPETIDA

Balaguer siguió en el poder con  la mancha de un fraude en contra de Bosch.

   Para las elecciones de 1994 Álvarez Bogaert seguía con sus aspiraciones porque entendía que él era                                                el candidato idóneo del PRSC, tanto por  el progresivo deterioro de la salud del ex-presidente,  como el desgaste del gobierno reformista.

Pero pronto quedó demostrado que mientras Balaguer tuviese abierto el camino de la reelección nadie podía competir con él.

 Como de costumbre, la elección del candidato se hizo a pocos meses de los comicios presidenciales, con los vaivenes del “otra vez por necesidad” o porque lo exigían las fuerzas vivas del país.

Y como si se tratase de un acto perfectamente montado algunas precandidaturas hicieron resonancia, como las de Ramón Pérez Martínez y Canoabo Javier Castillo.

Prueba de eso es que,  el 3 de enero de 1994, solo el doctor Balaguer había inscrito su postulación en la secretaría política del partido.

Durante una asamblea cuyos resultados eran absolutamente predecibles, el 6 de enero de 1994 1,480 delegados proclamaron al ex-mandatario como candidato a la presidencia, y en ese acto él expresó que esa convención era “esencialmente democrática”.

El 7 de enero Álvarez Bogaert, quien no asistió a ese encuentro, anunció que no impugnaría los resultados pero consideró que los mismos eran ilegales y violatorios a los estatutos de la organización.

Ante el descontento quemó las naves y el 23 de enero asumió la presidencia del partido Unidad Democrática, y al mismo tiempo aceptó la  candidatura presidencial.

En ese contexto dijo que había sido víctima del acoso de otros dirigentes reformistas que deseaban las heredades políticas de Balaguer.

Pero faltaban otras decisiones, como su paso al PRD al aceptar la candidatura vicepresidencial que le ofreció Peña Gómez para las presidenciales de 1994.

Al aceptar esa propuesta   su carrera política cayó en picada, y como una especie de paralelismo entre su trayectoria política y la de Francisco Augusto Lora, el dirigente reformista y vicepresidente de la República en 1966-70 que enfrentó a Balaguer por la reelección, Álvarez Bogaert retornó a sus orígenes al cabo de  años lejos de sus esferas.

Publicaciones Relacionadas